Otro Ramírez que quedará en la historia

MARIANELLA APÓLITO

A las cinco de la tarde del 6 de enero ya había más de 30 grados.

Si bien es pura ilusión, parece ser que el día de Reyes, el Hipódromo de Maroñas brilla más de lo común. Todo estaba vestido de gala para recibir al Gran Premio Ramírez.

Las luces daban la bienvenida. Las promotoras fueron parte del vaivén de la puerta principal.

Uruguay estaba respirando turf y perfume importado. Todo tenía un ritmo único.

Murmullos. Reuniones en las mesas para programar la apuesta ideal. Plata, mucha plata. Casi 20 millones de pesos en boletos.

El Palco Oficial era un verdadero desfile.

Faltando tres horas para la largada, aún quedaban asientos por llenar.

En la pista todavía se podía observar la arena revuelta. Había finalizado el Gran Premio Maroñas.

Dentro de su box privado, Jorge Larrañaga estaba dispuesto a disfrutar de una larga jornada hípica.

El precandidato blanco indicó a Ovación que para él el turf es una pasión. "Yo nací en el mismo momento en que se fundaba el hipódromo de Paysandú".

Palabras en portugués y tonos latinoamericanos ya avisaban que quedaba muy poco.

La explanada de la principal tribuna, ya agotada para las siete menos cuarto de la tarde, estaba repleta.

En el bar central, ubicado en el primer piso, se encontraba el "Canario" Luna disfrutando de fuertes tragos.

Gente de pie contra la pista, los bancos de plaza invadidos y algún que otro mate mezclado entre elegantes trajes y caras joyas revelaban que lo esperado sería en minutos.

Una Patricia Damiani muy conmovida expresó a Ovación que "el 6 de enero, más que el día de Reyes es el día del Ramírez".

Abigail Pereira, Jorge Bolani y Laetitia D`Arenberg tampoco faltaron a la cita .

La emoción fue el sentimiento dominante y Darío Silva no dudó en transmitirla. Cumpliendo su segundo año como espectador, Silva dijo que el turf es su otra pasión.

"Disfruto mucho de este espectáculo. Es una gran pasión", indicó a Ovación minutos antes de mirar al cielo.

El toque de color llegó, con arco iris incluido, junto a los paracaidistas que se lanzaron desde una avioneta para engalanar el momento.

Cuando el sol ya se escondía detrás del Palco Oficial el público se puso de pie y fue en búsqueda de su lugar estratégico.

"Qué animal más fiel", se escuchó después de los 2.400 metros.

El aficionado se refería a Relento, el ganador del Ramírez.

"Prometí que no me moriría sin ganar un Ramírez y cumplí esa promesa", indicó Jorge Carbo, uno de los dueños del caballo.

José María Silva, el jockey de 19 años, fue la otra estrella. "Estoy feliz. Esto es un sueño", indicó.

Pasada la 12ª carrera, sólo algunos pétalos de las rosas quedaron en el ruedo.

Pasó un Ramírez más y el resultado es el mismo: quedó atrás otro 6 de enero que permanecerá en la historia del turf uruguayo.