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Fútbol Nacional

Sufrieron todos: final reñido el de Maroñas

Hasta la hinchada de Peñarol gritó el agónico triunfo de Danubio

JORGE SAVIA

Ganó Danubio. Sufriendo. ¡Bah...! Mejor dicho, haciendo sufrir a sus hinchas, a su técnico -que en el entretiempo reclamó a gritos una actitud de sus jugadores más acorde a lo que se estaba jugando el equipo de la Curva de Maroñas- y hasta a una parte de la hinchada rival, que terminó gritando el gol de la victoria "in extremis" que metió Ifrán a los 92`.

Eso sí, como lo indica la forma en la que venció, que fue sumamente agónica, al punto de que tras el gol del "Bombardero de Cerro Chato" los aurinegros reanudaron el juego desde el centro de la cancha y el árbitro dio por terminado el partido a los pocos segundos, y también el proceso del score, ya que el cuadro dirigido por Martín Lasarte tuvo que "correr de atrás" desde muy temprano, cuando Richard Núñez de pelota quieta metió el gol de Peñarol a los 14`, a los de la franja les costó mucho.

Es que, como es lógico a esta altura de la temporada, donde por lo general a todos los equipos les falta rodaje y soltura, Danubio careció de una herramienta fundamental para sellar de una manera más convincente y categórica su bien ganada condición -tras vencer a Nacional iba a más y fue el mayor perjudicado cuando se paralizó la actividad oficial en diciembre de 2008- de finalista del Torneo Apertura: precisión, fútbol.

Además, para peor para el cuadro de la Curva de Maroñas, le faltó también lo otro, eso que le reclamó Lasarte en el entretiempo a sus jugadores; es decir, desde afuera, al menos, hubo momentos en los que el equipo local pareció un "freezer", dando la sensación de que eso, precisamente, era el aspecto que más estaba comprometiendo sus posibilidades de lograr la victoria.

Tan fue así que, sobre todo en el primer tiempo, hubo tres excepciones a través de las cuales Danubio creó algunas situaciones de gol y hasta logró el empate a los 44`: la búsqueda de Pablo Míguez por el medio, las subidas de Ribair Rodríguez por la derecha y el habitual fogoneo del "Tito" Ferro, que no encontró socios en los cuales "descargar" todo su fervoroso empuje.

Con eso, pues, y ese agónico cabezazo de Ifrán pasada la hora, Danubio llegó a finalista del Torneo Apertura. Poco. Muy poco. Sobre todo porque a su frente tuvo a un Peñarol sobre el cual no hay pruebas de que colectiva e institucionalmente haya facilitado la victoria del rival, pero tuvo algunas individualides que -por ráfagas, en jugadas puntuales- parecieron ser más hinchas que jugadores y, si bien es imposible afirmar que fueron permisivos o "no pusieron todo", al menos lucieron más torpes e imprecisos que de costumbre.

Es más, este Peñarol de Ribas mostró algunos "progresos", como el retoque definitivo de Richard Núñez jugando por la izquierda, que es donde actuó en todos los equipos por los que pasó desde que surgió en Danubio; como alguna estratagema para los remates de pelota quieta; o, incluso, una jugada de gol armada a partir de un outball, bien "a lo Ribas", como en la que -sobre el final del primer tiempo- Conde le tapó "a boca de jarro" a Mozzo.

Sin embargo, no se puede pedir que este Peñarol de Ribas, a pocos días de la asunción del nuevo entrenador, y con los mismos jugadores, sea totalmente otro. Y es en esa fuente, entonces, donde los aurinegros pueden "lavar" sus culpas ante cualquier sospecha que pueda surgir de que le "hizo la venia" a la imposición de Danubio.

Es decir, hace tiempo que -pese a la gestión que tuvo ayer Darío Rodríguez- el fondo aurinegro da señales de lentitud y de caer en peligrosas desconexiones; también hace mucho que el equipo se desfleca como lo hizo ayer en el complemento, cuando se partió en dos, al menos hasta que se abroqueló mejor con el ingreso de De los Santos y Rotundo; y, como novedad de este año, el equipo apareció con esa falta de decisión que tuvo Cavallero, por ejemplo, en el centro desembocó en el segundo gol de Danubio.

Sería atrevido, pues, afirmar que por todas esas fallas Peñarol "colaboró" con el triunfo rival; y más aún cuando el resultado se plasmó a los 92`: ¿y si el "Perro" Silvera hubiera terminado el partido a los 91?

Lo real, entonces, es que ganó Danubio. Sufriendo. O haciendo sufrir hasta parte de la hinchada rival, que no le reclamó públicamente a sus jugadores que "permitieran" ese resultado, pero gritó el gol del triunfo del ahora finalista del Torneo Apertura.

Las estrellas

R. Rodríguez

Por pasajes fue el único que creó llegadas de gol en Danubio. Tuvo personalidad, sin ser figura.

Diego Ifrán

Rafiticó su sello de goleador; desperdició alguna situacion propicia, pero puso la rúbrica.

Julio Mozzo

Corrió, marcó, metió, por lapsos quedó solo en la contención, pero nunca perdió el orden.

Las cifras

7 puntos atrás de Nacional y Danubio, quedó Peñarol en la Tabla Anual al inicio del Torneo Clausura.

4 derrotas suma Peñarol en lo que va de 2009; le ganaron A. Mineiro, Nacional. I. Medellín y Danubio.

Darío Rodríguez y Conde jugaron con la carpeta bajo el brazo

Danubio

N. Conde. (Se juzga aparte).

R. Rodríguez. Firme. Con personalidad. Una columna

I. Amarilla. Marcó sin errores.

S. Rodríguez. Sobrio, bien parado, como juega de costumbre.

M. Pérez. Casi mete un gol de chilena. Controló su punta, aunque sin desdoblarse como en otras ocasiones.

P. Míguez. Con altibajos, igual fue de los que trató de manejar la pelota con sentido profundo; el gol de Javier Delgado nació en un cambio de frente suyo.

R. Ferro. Todo fervor, todo empuje. De los que más hizo en pos de la victoria.

J. Delgado. Sin cumplir una muy buena gestión, metió un golazo, con definición de clase, y mostró aplomo.

D. Perrone. Impreciso. No anduvo bien con la pelota.

S. Leal. Buscador, encarador, pero entreverado. No fue profundo.

D. Ifrán. Cavallero le ganó un mano a mano, pero -como todo goleador- apareció cuando más se le precisaba e hizo el gol de la victoria.

G. Machado. Decisivo aporte: metió un centro justo en el gol del triunfo.

D. Baldi. Sin destaque.

G. Maidana. Peligroso.

Peñarol

P. Cavallero. Se quedó en el segundo gol de Danubio.

D. Asconeguy. Mejor marcando que saliendo con la pelota.

I. Ithurralde. Se quedó en el juego aéreo en un par de ocasiones. El resto, firme, sin errores.

D. Rodríguez. (Se juzga aparte)

J. Píriz. Controló su punta.

J. Mozzo. Jugó de "5"; marcó, quitó y gravitó mucho.

M. Arias. Mejor en la contención; armando, tuvo imprecisiones.

R. Núñez. Metió un golazo y fabricó algunos desbordes.

A. Pacheco. Sin la claridad ni la gravitación de costumbre.

J. M. Franco. Controlado. Se hizo echar en forma tonta.

C. Bueno. Peleado con el gol.

De los Santos. Algún quite.

Rotundo. Jugó pocos minutos.

El Mejor

7 puntos mereció la gestión de Néstor Conde; hizo un par de atajadas clave y transmitió serenidad a un equipo nervioso.

El Rival

7 puntos para Darío Rodríguez; fue de los que "más quiso" en Peñarol y con oficio resultó el mejor, marcando y saliendo desde el fondo.

Ovación digital

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