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EL ANÁLISIS por Víctor H. Morales
El poderío institucional de Boca
El dolor viene con lo imprevisto. Por eso para los hinchas de River que tempranamente abandonaron el estadio mendocino, la sensación ante la derrota y el bochorno de una paupérrima actuación, no era la puntada en algún lugar del pecho. Ya nada les sorprende y sólo el hecho de empezar a cada rato una etapa y una ilusión nuevas, les reconforta.
La apuesta que ha hecho a sus divisiones inferiores comienza a ofrecer a los de Boca, aquello que toda la vida tuvo River.
A los millonarios no le surge ni uno, mientras a su eterno rival, la cuenta le da hasta no menos de diez con posibilidades ciertas de insertarse prontamente en el fútbol grande.
En tanto River pena para comprar alguna esperanza fabricada por otros, o pretende robarle un jugador como Fabbiani al pobre Ñulls, Boca hace flor de negocio con Dátolo y no menciona, aún con muchos lesionados, la necesidad de hacer compras.
La distancia de Macri a Aguilar, es la que hoy existe entre los viejos primos.
Este dos a cero del último clásico, fue nada más que una constatación. La muecas y las risas se reparten de acuerdo a un poderío institucional que los dirigentes han construido para bien en los últimos años.
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