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EL ANÁLISIS por V. H. Morales
Las piernas cruzándose en el aire y el cuerpo inclinado como el de quien se arroja de espaldas a la piscina, componen la jugada más estética del fútbol. La llaman chilena y Uruguay ha sabido de especialistas inolvidables como el fabuloso Míguez y Francescoli. A ellos homenajeó Hernán Rodrigo López, en la cancha de Vélez en la electrizante jornada del magnífico partido que los del Fortín y River igualaron en un contundente acto de la justicia tantas veces esquiva en el fútbol.
Ganaba River con un gol formidable de Villagra quien, emulando la conquista de Gallardo de una semana atrás, con ángulo muy cerrado, disparó por arriba del arquero y la puso bien lejos de la desesperación de Montoya. Y Rodrigo López empató después de controlar un centro con el pecho para luego sentarse en el aire y lograr una de las proezas más anheladas por los delanteros. Y fue el uno a uno un premio para nada excesivo aunque tenga sabor a poco en la tabla del campeonato. Premio para los dos equipos, y también para la gente, porque al cabo de tan lucido espectáculo otro epílogo hubiese apenado. De principio a fin jugaron con una ambición pareja, con número de aproximaciones casi igual, con una precisión en velocidad que no es habitual.
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