Federer ya es el dueño de todo

Fue una final absolutamente apartada de la lógica. No era lógico prever la paridad que se dio teniendo en cuenta los antecedentes entre ambos: 18-2 para Roger.

No fue lógico que un gran sacador como Roddick conectara 20 aces menos que su rival, ni que los largos peloteos desde el fondo de una destruida cancha central fueran dominados por Andy.

Tampoco era lógico que el suizo diera vuelta ese 2-6 adverso del tie-break del segundo set y lo ganara, ni que su devolución de saque, una de las mejores, no pudiera quebrar el servicio del de Nebraska a lo largo de todo el partido, exceptuando por supuesto el break del glorioso final.

En fin; lo único lógico fue el ganador, aunque varias veces estuvo a punto de perder, quizás presionado por todo lo que había en juego para él: el 1 del mundo, el récord de 14 Grandes de Sampras y su 6º Wimbledon.

Me cuesta decir que es el mejor de la historia, ya que los grandes como Laver, Borg o Sampras nunca tuvieron récord negativo ante un contemporáneo como le sucede a Federer, que está 7-13 con Nadal, pero lo que sigue es cierto: tiene los mejores números de la historia: 15 Grandes en 20 finales.

También, a juicio de este cronista, es quien mejor y más lindo ha jugado en la historia y el que más gratos momentos me ha dado como espectador, pero eso es materia opinable, cuestión de gustos.

En suma, otra final inolvidable en la Catedral, a la altura de las mejores, con un suizo que hace que su país ya no sólo sea sinónimo de relojes, bancos o chocolates; ahora también lo es de tenis.