Hay que ponerle otro fin al cuento

Los cuentos al oído, al viejo estilo del chisme barrial sobre secretos de alcoba de una vecinita de ropa interior muy veloz, dicen que Uruguay entró en el Grupo de la FIFA y no en el de la muerte.

Para los ilustrados narradores que traen la versión más oficial del centro mundial del fútbol, Uruguay está liquidado antes de empezar a jugar. La historia, según los datos que dicen ser de primera mano, es que el Mundial se cae a pedazos si Sudáfrica no pasa a la segunda ronda, que Francia es el equipo de un aspirante pesado al cetro de la FIFA (Michel Platini, quien hoy es presidente de la UEFA), y que México es el país que tiene a los pesos pesados del mundo de la televisión (Univisión y Televisa).

En resumen, los dimes y diretes establecen que por más esfuerzo que haga Diego Forlán para mandar la pelota al fondo del arco, a Uruguay lo tiran para afuera los supuestos dueños del mundo.

Si esos dichos tienen el valor que creen sus narradores, será maravilloso romperles los esquemas a los dirigentes y también a los muchachitos que hacen estudios matemáticos y que obtienen como resultado que Uruguay termina en el fondo del tarro.

Ojo, la realidad muestra que la serie es complicada por lo parejo. Porque las cuatro selecciones están en condiciones de avanzar a la siguiente fase, pero esa paridad es la que también alimenta las ilusiones de Uruguay. Porque, al menos en los papeles, no existe una sola que pueda ponerse a festejar de antemano.

Con respeto y, esencialmente, con las ganas de este grupo celeste, Uruguay puede terminar con los cuentos.