TOLEDO | PABLO ROSSI
Los gritos de la mujer resonaron en toda la cuadra. Entró a su casa y encontró a su hijo de 4 años y a su marido muertos. Su otra hija, de 7 meses, dormía. Los investigadores creen que el hombre, un policía, asesinó al niño y se suicidó.
Cuando todavía resuenan los ecos del fatídico crimen de Santa Catalina en el Cerro de Montevideo, que dejó un saldo de tres personas asesinadas, otro homicidio dentro de un recinto familiar ocurrió sobre la noche del miércoles.
Esta vez fue en Toledo, departamento de Canelones, a la altura del kilómetro 23. A las 20 horas del miércoles, la Policía fue alertada de que en una vivienda ubicada en la Calle 10, también conocida como Blas Basualdo, esquina Calle 2, había dos personas muertas.
Uno era Valentín Francisco Sugo, de 30 años, quien se desempeñaba en la Guardia de Coraceros en Montevideo. Estaba en su cama. El otro era el hijo de su pareja, Jorge Nahuel Mila, de 4 años, asesinado en su dormitorio.
El niño fue matado con una pistola 9 milímetros, el mismo tipo de arma que utilizaba Sugo en la Guardia de Coraceros, donde trabajaba en Montevideo. Las primeras pericias indicaron que era la misma arma reglamentaria con la que posteriormente el hombre se quitó la vida, disparándose un tiro a la altura del mentón.
Esa fue la escena con la que se encontró la esposa de 28 años, quien también trabaja en Coraceros en Montevideo cuando llegó del trabajo sobre las 20 horas del miércoles. La única hija del matrimonio, una bebé de 7 meses, dormía en su cuna. "Los gritos de la mujer se escuchaban desde toda la cuadra", relató Juan, un almacenero que denunció el hecho a la Policía . "Mi esposa (Soledad) fue a visitar a mi hijo, que vive en frente al lugar, y volvió llorando, pidiéndome que llame a la Policía", dijo a El País.
"PAREJA NORMAL". El matrimonio alquilaba esa vivienda desde hace tres o cuatro meses a una mujer que vive en Pando. Es una casa de una planta, con dos ventanas que dan sobre la calle de balasto. Entre ellas hay una puerta pintada de blanco.
La vecina de la vivienda contigua se mostró sorprendida por el crimen. Es que el matrimonio de "los Coraceros", como se los conocía en el barrio, eran una familia tranquila. La mujer, que tiene dos hijos pequeños, comentó: "a Nahuel (el hijo fallecido) no lo dejaban entrar a casa para jugar con mis nenes".
Los habitantes de la zona consultados por El País coincidieron en que el matrimonio tenía muy poco relacionamiento con los vecinos del barrio: "No eran de saludar", dijeron. Hubo quienes argumentaron que este comportamiento se explica por el poco tiempo que llevan viviendo allí.
Los vecinos consultados también manifestaron que la relación entre la pareja era "normal". No se percibían ni discusiones, ni malos tratos. De todos modos, nadie conocía a ciencia cierta cómo se llevaban, ya que hacía poco que se habían instalado en la localidad.
Desde la División Homicidios señalaron que no había antecedentes de violencia doméstica. Según declaraciones primarias realizadas por la mujer, el matrimonio no atravesaba un buen momento. Tuvieron reiteradas peleas y en los días previos al hecho llevaban varias jornadas sin hablarse.
INVESTIGACIÓN. Tanto efectivos de la Seccional 20ª de Canelones como fuentes judiciales consultadas dijeron no tener dudas de que es un caso de "homicidio con posterior suicidio". Según personal de la comisaría, el caso está claro, ya que los disparos coinciden con el arma y las heridas.
A su vez, el cuerpo del uniformado "presentaba los detalles característicos de un suicidio", dijeron altas fuentes de la comisaría a El País.
De todas formas, el caso aún no está cerrado. Según el subcomisario Luis Alberto Dos Santos de la Seccional 20ª, los vecinos declararon que en el momento del crimen no había nadie cerca del lugar. Agregó que el estruendo de un arma de 9 milímetros es "bastante importante" como para que nadie lo haya escuchado.
Freddy Luna, jefe de Homicidios de la zona, afirmó que la ahora viuda deberá volver a declarar ante el juez.
POLICÍAS VIOLENTOS. Para el licenciado en Seguridad Pública y psicólogo Robert Parrado la profesión del presunto homicida no es un dato menor. "La de policía es una de las profesiones de riesgo, y esto es relevante cuando está el elemen- to violencia doméstica en el vínculo de pareja. Así como hay otras profesiones de riesgo, como la de taxista o militar, ésta incide en el desenlace de una situación", dijo al ser consultado por El País.
"En los casos en que los dos son policías (y hay episodios de violencia doméstica) se trabaja mucho en la racionalización de las situaciones. Lo que hacemos es orientarlos por ejemplo para que, cuando lleguen a sus casas, dejen el arma en un lado y las balas en otro dado que esa es una forma de ayudar a racionalizar", agregó.
Para el especialista, un elemento que debe ser particularmente analizado es que el hombre haya matado al hijo de su mujer y no al hijo que tenían en común. (Producción: Patricia Mango y Renzo Rossello)
Hirió al marido; dijo que intentó matarla
Un hombre de 30 años fue apuñalado por la espalda por su mujer con un cuchillo de mesa. La autora de la puñalada declaró a la Policía que su esposo llegó a la vivienda y comenzó a insultarla y a golpearla, práctica frecuente, según dijo. Ella, cansada de la situación y ante un intento de ahorcamiento delante de su hija, lo apuñaló por la espalda, según relató a los efectivos.
El hombre sufrió un puntazo profundo en su omóplato izquierdo y fue trasladado por la Policía hasta el Hospital Filtro, donde se encontraba anoche fuera de peligro. La familia vive en Aires Puros, en la calle Ramón Márquez.
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