JORGE SAVIA
Pacheco debe haber quedado en duda para el clásico, porque el "Tony" tiró ¡12 córneres!: un promedio de uno cada 7`; y eso es atentatorio contra la resistencia de los músculos del capitán a esta altura de su dilatada trayectoria.
Bromas aparte, el de los tiros de esquina es un índice de lo que atacó Peñarol. Mejor dicho, de cómo buscó el arco de Rampla Jrs.
Sin embargo, el indicador no es fiel, de alguna medida, porque los aurinegros no erraron goles, ninguno de los integrantes del triángulo final rojiverde fueron figuras, sino más bien al contrario, porque Palacios, Pacheco y alguno más llegaron solos y cabecearon -el problema es que lo hicieron en forma defectuosa- en varias ocasiones y el gol del empate se produjo en un córner, y no hubo pelotazos en los caños del arco "picapiedra" tampoco.
Esa lluvia de córneres es una señal de la impotencia con que Peñarol se repitió, yendo anunciadamente y con falta de precisión sobre el área contraria, lo que hizo que el modesto Rampla, que en todo el partido "lo sacudió" con tres contragolpes, uno de los cuales concluyó en el gol de apertura, en una jugada en la que Guevara resolvió sin que los zagueros rivales le hicieran ni sombra, lo contuviera a medias, cerca de su valla, sacando para donde pudo.
Otra vez, como cuando jugaba la Copa Sudamericana y el Torneo Apertura, a Peñarol le faltó explosión, más futbolística que física y, para peor, para hacerse aún más previsible, con la afirmación de Albín en la derecha, que es el perfil con el que se siente más cómodo, cargó siempre por ese flanco, con Estoyanoff arrancando de atrás, y sumamente impreciso, porque la del "Lolo" no es llevar la pelota en los pies, sino que se la pongan adelante para que pique y corra.
Entonces, como Pacheco anduvo muy flojo en el pase, que es lo mejor suyo, y Arévalo Ríos -disminuido- careció del empuje de costumbre, el problema final de Peñarol no fue que para jugársela con línea de 3 en el fondo, Keosseian sacara a Albín, o que el entrevero de Mejía no colaborara para buscar el cabezazo de Alonso; fue que en el partido previo al clásico, que siempre es un apronte, pareció un matungo.
La cifra
12 córneres a favor tuvo Peñarol; estando de la derecha como la izquierda, los tiró todos Pacheco.
Las estrellas
N. Moiraghi
Peñarol volcó la llegada por su punta pero mantuvo el control del sector.