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EL ANÁLISIS por Jorge Savia
Ah... así, con los bancos, está robado
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Antes era frecuente aludir a la ventaja que potencialmente tienen los países y equipos del mundo más poderosos económicamente sobre el fútbol uruguayo, diciendo -con cierta parte de razón que daban los resultados aislados- que "en la cancha son 11 contra 11 y una pelota picando".
Ese pensamiento era la reencarnación de lo que dijo Obdulio antes de la final del 50: "Los de afuera son de palo".
Grandes estadios, complejos deportivos fenomenales, hinchadas supermultitudinarias, cantidades "continentales" de habitantes; todo eso podía sucumbir en 90` ante aquella verdad cuasi matemática: "En la cancha son 11 contra 11 y la pelota picando".
Ahora, cuando uno se entera que el Sao Paulo -que quiere a Coates- tiene detrás un banco, el panorama cambia: no es igual enfrentar a este Peñarol que, con Ancel en la camiseta, anda "peludeando" para traer prestado a Urretaviscaya, que a otro que tenga un banco inversor respaldándolo, y con un gerente que le diga a Damiani: "Traé a Kaká hasta junio, que Mourinho no lo pone y en España no se siente cómodo como en Italia".
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