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Desde el arco por José Mastandrea
Escucharon la voz del maestro
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Supongo, me imagino, que debe haber habido una larga charla del maestro Tabárez con los futbolistas. Porque más allá del resultado ante Estonia, se vio a un equipo sin ideas, sin alma, sin espíritu, que cayó sin levante y sin mostrar nada de lo que había hecho en este largo y exitoso proyecto de selección. Desde que asumió Tabárez, Uruguay volvió a su esencia. Volvió a ser Uruguay. El de la entrega, el del amor por la camiseta, el del buen comportamiento dentro y fuera de la cancha, el del espíritu indomable, el que se levanta después de cada caída.
Supongo, me imagino, que después de la dura derrota (más allá de la nieve y el campo de juego) el maestro debe haber apelado a lo motivacional, a recordar todo lo bueno que se hizo en el pasado Mundial y a pedirle a los jugadores que tuviesen memoria. Y así fue ante Irlanda.
Uruguay tuvo memoria. Tuvo el estilo que mostró en sus mejores tardes. Y eso es lo que importa. Eso es lo que vale y lo que dejó conforme a la gente. Ahora sí, ahora da como para volver a ilusionarse, a contagiarse de la celeste.
Supongo, me imagino, el maestro volvió a dar en el clavo.
Ovación digital
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