Vélez, un club muy especial

Vélez siempre ha sido especial en el fútbol argentino. Los dirigentes son claramente honestos porque no crean las entidades que convocan las sospechas en otras instituciones.

Raúl Gámez, su ex presidente, estaba sentado el sábado entre los demás hinchas con la misma humildad que tenía cuando se hizo cargo del club. Peleó contra Grondona a brazo partido en los tiempos en los que el grupo dominante y estafador condenaba a los clubes a la pobreza y la ignominia y se tuvo que ir para no perjudicar a Vélez.

El gol de Santiago Silva que abrió el camino a la victoria ante Gimnasia (el pelado oriental viene de un hogar de cerrajeros) fue una precisa y preciosa pintura de la distancia que existe hoy entre los que no se arrodillaron y aquellos otros que fueron aplicando recetas perversas.

Entre la elegancia de la definición del goleador de Vélez y la mano en alto de un arquero desesperado que parecía pedir ayuda como los que se ahogan en el mar, construyeron la metáfora del fútbol de hoy.

Grandes países estropeados y en crisis, los emergentes jaqueados y saqueados por el ajuste económico y unos pocos que pueden golpearse el pecho, como Vélez en el fútbol, porque salieron de la trampa del recetario de los que andan haciendo plata fácil por el mundo.