Pa´ que aprendan de los más chicos

Los botijas de la Sub 17 van a ir mañana -cualquiera sea el resultado de la final de hoy en el gigantesco estadio Azteca frente a los mexicanos- y les darán una lección a sus pares de la selección mayor. A sus ídolos.

Sí, una lección, que no tiene para nada que ver con que los juveniles hayan andado bárbaro en el Mundial y, en cambio, los más grandes en la copa América todavía no logren dar con su real y conocida medida.

Es que los chiquilines -que son eso, al fin y al cabo- llegarán a La Plata y, salgan como salgan hoy en los 2.240 metros de altura de México, le transmitirán a "Lugano y compañía" cuál ha sido, no ya su hazañosa aventura futbolística, sino su experiencia de vida.

Es así, los botijas le van a poder contar a los hombres cómo es jugar la final de un Mundial, y hasta cómo es y qué se siente hacerlo ante 110.000 personas, todas en contra, que es algo que ninguno de los "héroes de Sudáfrica" nunca ha vivido.

Es lindo. Casi que estremece, se diría. Porque estos "pichones" están acostumbrados a jugar en Quinta División, sin más público que algún hincha, algunos familiares, tal vez un par de amigos, y unos pocos policías; y hoy van a estar jugando la final de un Mundial frente a ¡110.000 personas!

Por eso, pues, seguramente, los mayores los van a estar esperando en Argentina. Para saber cómo es. Para escucharlos y ver qué dicen. Se lo merecen. Todos. Unos por lo que ya hicieron y otros por lo que están haciendo. La grandeza, al fin de cuenta, no sabe de edades; y pasa también por estas cosas, que pueden parecer simples, pero no son de todos los días.