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EL ANÁLISIS por Edward Piñón
Al Brasil de 1970 lo recuerdo vagamente y con dolor, Pelé, Gerson, Jairzinho, Tostao, Rivelino. Un ballet y un canto al fútbol.
Por culpa del extraordinario fútbol total de la Holanda del 74, donde el movimiento era constante y la presión insoportable, veneré a Johan Cruyff, a Ruud Krol, Johnny Rep. ¿Quién no se maravilló con aquella Máquina Naranja?
En 1982 lamenté que la exquisitez del fútbol champagne de Jean Tigana, Alain Girese, Michel Platini y Didier Six, entre otros, fueran eliminados de pesados por los alemanes. Y fue, también allí, poco creíble que los supertalentosos Zico, Falcao, Sócrates, Junior y Eder no levantaran la Copa después de regalar un concierto de fútbol en las canchas españolas.
Todos estos equipos llenaron ojos y tribunas, demostraron que el fútbol es el máximo espectáculo deportivo y hasta el día de hoy competían por el mágico lugar de ser el mejor de todos los tiempos, al menos para quien escribe. Desde hace un buen tiempo, por culpa de Xavi, Iniesta y Messi, entre otros, quedaron atrás.
El Barcelona de Guardiola es el mejor de todos.
El País Deportivo
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