Argentina: Cristina supera el 52%

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Dos semanas antes de las elecciones presidenciales, Cristina Fernández supera en las proyecciones el 52% de intención de voto y se encamina rumbo a un segundo mandato.

Detrás de ella, los cuatro candidatos presidenciales de la oposición mejor posicionados en las últimas elecciones se ubican, siempre en las proyecciones, entre el 8 y el 16%, con el socialista Hermes Binner a la cabeza del pelotón.

Esos son los datos de una encuesta elaborada por Poliarquía Consultores, que muestra algunos leves cambios respecto de los resultados de las primarias celebradas el 14 de agosto.

El sondeo le otorga a la Presidenta casi las mismas adhesiones que hace dos meses (de 50,24% a 49,3% en esta medición), pero cuando se proyectan los votantes indecisos se observa que Cristina Fernández de Kirchner obtendría entre 52 y 55% el domingo 23. El 94% de los consultados pronosticó que ella será la ganadora, un nivel de coincidencia casi sin precedente en Argentina.

Entre los opositores, la novedad más significativa es que Binner salta al segundo lugar, puesto del que desplaza al radical Ricardo Alfonsín, que pasa a la tercera ubicación. El expresidente Eduardo Duhalde se desmorona y podría terminar en el quinto lugar.

Según la encuesta, Binner (en las primarias había quedado cuarto con 10,18%) tiene ahora una intención de voto de 13,6%, y una proyección que lo ubica entre 14 y 16%. Alfonsín, en cambio, bajó del 12,20% de agosto a 9,5%, con una proyección que lo coloca, de todos modos, entre 10 y 12%, cerca de lo que sacó en las primarias.

Por el lado de los peronistas disidentes, hay un empate técnico. Aunque hoy saca una pequeña ventaja Alberto Rodríguez Saá (Compromiso Federal) con 8,2%, sobre Duhalde (Frente Unión Popular), con 7,8%, después de proyectar indecisos los dos terminan empatando entre el 8 y el 10%. Esto marca un retroceso para Duhalde, que en agosto había quedado tercero (con 12,12%) casi igualando a Alfonsín. En cambio, Rodríguez Saá sigue muy cerca del 8,17% que había sacado en las primarias.

Al final se ubican, otra vez, la candidata de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, con 2% de adhesiones y una proyección que la dejaría entre 2 y 3%, y el postulante del Frente de Izquierda, Jorge Altamira, con 1,8% y la misma proyección que Carrió.

Muy lejos. En la oposición el único candidato que subió algo respecto de agosto fue Binner, mientras que los demás terminarán igual o peor que en las primarias. "Cuando se le pregunta a la gente por qué le va mal a la oposición, contestan que es por la fragmentación (16%), la falta de propuestas (14%) y la aprobación de la gestión del actual gobierno (14%)", apuntó Fabián Perechodnik, director de Poliarquía.

Los motivos del éxito de la mandataria también aparecen muy claros en el sondeo. El 48% de los entrevistados considera que la situación del país mejoró con respecto a un año atrás, para el 33% sigue igual, y sólo un 19% opina que empeoró.

La clave de esas opiniones parece estar en la economía. "Entre las cosas que mejoraron en el último año, casi el 60% de los encuestados señala el aumento del empleo, el crecimiento de la economía o la estabilidad", sintetizó Alejandro Catterberg, otro de los directores de Poliarquía.

Las demás cuestiones, como los programas sociales, el acceso a la jubilación o la obra pública quedan muy lejos de las mejoras económicas, con un 6 o 7% de adhesiones.

Entre las cosas que empeoraron el último año, también hay temas muy dominantes: el 55% de los consultados optó por la inflación o la inseguridad. Temas como la corrupción, la Justicia o la educación sólo le preocuparon al 2% de los entrevistados.

El sondeo también muestra variables interesantes cuando se analizan los votantes según sexo, edad y nivel educativo. De ahí surge que Fernández y Duhalde son los únicos candidatos que cosechan más votos entre los hombres que entre las mujeres. La presidenta baja cerca de ocho puntos entre los votantes de su propio sexo.

Si se mira el rango de edades, Fernández recoge más preferencias en el grupo de entre 30 y 49 años.

Confirmación del dominio peronista

Sin duda, dos magnitudes describen el ánimo y el talante de las elecciones presidenciales que tendrán lugar dentro de dos semanas: casi el 95% de los votantes sabe quién va a ganar y aproximadamente el 70% está desinteresado del acontecimiento. No es difícil darse cuenta de que la apatía tiene que ver con la absoluta ausencia de incógnita sobre el resultado.

Sin embargo, no es la primera vez en los últimos 28 años que pasa esto. En 1995 se daba casi por descontado el triunfo de Carlos Menem y, en 1999, estaba claro que Fernando de la Rúa le llevaba a Eduardo Duhalde una ventaja apreciable y muy difícil de remontar. También en 2007 era evidente que Cristina Kirchner se alzaría con el triunfo.

Aunque con mayores o menores grados de certeza acerca del ganador, las elecciones presidenciales tuvieron un común denominador hasta 1999: la existencia de una segunda fuerza con peso electoral considerable.

La crisis de 2001 precipitó, en cambio, nuevas formas de distribución de las preferencias, típicas de un sistema político debilitado y disperso. En 2003 (cuando ganó Néstor Kirchner), estalló la oferta electoral en cinco fórmulas en condiciones de ganar y, a partir de 2007, se registra una fuerte asimetría entre una fuerza dominante y varias alternativas de débil peso electoral. Hace cuatro años se tuvo un anticipo, aunque atenuado, de lo que sucederá en dos semanas: Cristina venció con el 45% de los votos sacándole 22 puntos de ventaja a Elisa Carrió, que encabezó la segunda formula más votada.

En este contexto, la elección del domingo 23 agrega algunos ingredientes inéditos. En primer lugar, tuvo un antecedente inmediato: las elecciones primarias, cuyos resultados inequívocos confirmaron y anticiparon preferencias muy definidas, clausurando cualquier expectativa. En segundo lugar, la diferencia de votos entre el ganador y el segundo fue (y será) la más alta que registra la historia electoral, por lo menos desde 1983 (50% Cristina y 13% Alfonsín). Y, en tercer lugar, nunca hubo mayor certeza acerca de quién es el fuerte y quiénes los débiles. El oficialismo aguarda invulnerable y seguro; sus competidores llegan maltrechos, envueltos en la fatalidad.

Más allá de todas las vicisitudes enumeradas, una constante atraviesa la historia electoral entre 1946 y 2011: el peronismo, bajo distintas configuraciones y estilos, es el actor político dominante del sistema. De las nueve elecciones sin proscripciones habidas en ese período, ganó siete (1946, 1951, 1973, 1989, 1995, 2003 y 2007), a lo que hay que sumar el triunfo rotundo que obtendrá ahora. En los últimos 65 años una sola vez venció una fuerza de otra extracción política. Fue la UCR en 1983, con Raúl Alfonsín. El otro triunfo de un candidato radical, ocurrido en 1999, no puede sumarse al anterior, pues se logró en sociedad con el peronismo disidente de la época.

Considerando, en otro plano, la conformación del voto, se observa que el caudal de Cristina provendrá masivamente de las capas de más bajo nivel socioeconómico, con aportes significativos de las clases medias. Eso la pone en línea con la tradición peronista, cuyo capital electoral y simbólico provino siempre de los sectores populares y se debió a mejoras comprobables en el terreno laboral y social. Pero a este rasgo histórico, hay que adosarle un nuevo ingrediente, que marca una línea de continuidad entre Menem y los Kirchner: la facilitación e incitación a la compra de bienes durables, mediante créditos en cuotas al alcance de la mayoría de la población. Este festival de consumo genera ahora, como en los años 90, el apoyo indefectible de las amplias capas medias despolitizadas.

Hegemonía política, mejoras socioeconómicas y consumo parecen razones válidas para explicar un triunfo que no tendrá precedentes en cuanto a su contundencia. Si estos motivos se confrontan con los antecedentes, se constata una vez más el talento del peronismo, bajo distintos ropajes, para articular las efectividades del Estado y del mercado, aprovechando desde mediados del siglo pasado los ciclos favorables de la economía.

Si esto es así quedan algunas interrogantes para después de octubre: ¿cómo se comportará la presidenta ante las previsibles dificultades económicas que vienen? ¿Serán éstas tan graves como para afectar al gobierno y obligarle a repensar el rumbo? ¿Enfrentará ella los dilemas de Perón a principios de la década del 50 y los de Menem en el final de los 90, ante el agotamiento de sus modelos? (El autor es uno de los directores de Poliarquía)

Cifras a 14 días de los comicios

¿Quién cree que va a ganar el domingo? El 94%, según la encuesta de Poliarquía, contestó que lo haría la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El 3% nombró a alguno de los otros candidatos. Y el otro 3% "no sabe no contesta".

¿Cuál es su nivel de interés en esta campaña? El 40% se declaró "poco interesado", el 27% "nada interesado", el 21% dijo estar "bastante interesado" y el 11% muy interesado. El restante 1% "no sabe no contesta".

En comparación con un año atrás, ¿usted cree que la situación del país mejoró, está igual o empeoró? El 48% consideró que mejoró, el 33% que sigue igual y el 19% dijo sentir que había empeorado.

¿Qué cosas mejoraron? El 31% dijo el empleo, el 28% la economía, 7% los planes sociales, 6% la educación, 6% la infraestructura, 6% las jubilaciones y otro 6% dijo que todo. Un 10% mencionó otras cosas.