|
HORACIO BAFICO/GUSTAVO MICHELIN
La pérdida de competitividad de las economías del Mercosur y la falta de espacio para lograr una devaluación de las monedas, lleva a la búsqueda de medidas proteccionistas que son entendibles para países grandes pero generan costos a pequeños.
En la reciente cumbre de presidentes del Mercosur se acordó que cada país miembro pueda elevar transitoriamente el arancel de importación por encima del arancel externo común (AEC) de hasta 100 partidas arancelarias hasta el máximo permitido por la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Dicha resolución responde a la crisis internacional y a las dificultades que enfrentan las distintas economías para ajustar sus precios relativos (léase devaluar su moneda) dada la abundante liquidez internacional y los bajos niveles de las tasas de interés, con diferenciales a favor de las economías emergentes, que se han convertido así en receptoras de capitales, que presionan sus monedas al alza.
En este contexto, ante las dificultades que enfrentan varios sectores productivos que ven disminuir su competitividad, crecen voces reclamando acciones para enfrentar la competencia de productos extranjeros, fundamentalmente los que provienen del sudeste asiático.
La batería de medidas adoptadas por los distintos países pasa por tratamientos tributarios favorables a la producción nacional y, tras la última resolución del Mercosur, por la elevación de los aranceles.
Vista desde la óptica uruguaya, una de las economías pequeñas del bloque, puede traer aparejados impactos no deseados. Hay que señalar que la medida no obliga a incrementar los impuestos a la importación, por lo que Uruguay, en principio, no lo tendría que hacer. Si así fuese, no representaría un mayor impacto sobre la economía.
El problema se suscita si Uruguay decide aumentar el arancel. En ese caso sí hay problemas. El primero, y más obvio, es el encarecimiento de los productos a los que se le eleva el impuesto. Quienes sufren son los consumidores del producto en cuestión, que deberán pagar un precio mayor, lo que desencadena una serie de modificaciones en su conducta ante la imposibilidad de seguir adquiriendo la misma canasta de bienes. Lo que en economía se denomina pérdida de bienestar del consumidor.
Un aspecto pocas veces tenido en cuenta, pero que puede tener un impacto negativo importante, son las medidas de represalia que puedan adoptar los países exportadores que se sientan afectados por la suba de aranceles. Hay que tener presente que, en general, los aranceles que se aumentan son los que protegen a actividades volcadas al mercado interno, limitado por definición. Las represalias puedan afectar a las actividades exportadoras, más eficientes y con capacidad de llegar a un mercado mucho mayor.
Pero más allá de los impactos de corto plazo, el aumento del proteccionismo regional trae aparejado resultados negativos a mediano y largo plazo, de carácter permanente que afectan la evolución futura del nivel de actividad.
El éxito de los acuerdos de integración, y el Mercosur aspira a serlo, se mide en términos de creación versus desvío de comercio. El primer efecto es positivo, el segundo no. Se produce el desvío cuando dejo de comprarle a un proveedor extrarregional para pasar a comprarle a uno de la región. Un ejemplo clarifica la situación. Supongamos una situación sin aranceles en la que un industrial uruguayo compra un determinado insumo fuera de la región por US$ 100. Ese mismo insumo vale US$ 110 en la región. Al introducir un arancel extrarregional del 20%, el insumo comprado al proveedor más eficiente le va a costar al industrial US$ 120, más caro que el regional. Sin embargo, para la sociedad en su conjunto el insumo regional sigue siendo más caro. El país va a gastar en importaciones US$ 110 cuando en la situación anterior gasta US$ 100. El desvío es malo por- que encarece las importaciones y concentra el comercio en pocos mercados, que no son necesariamente los proveedores más eficientes.
Al analizar las cifras de comercio de Uruguay, constatamos que el 50% de las importaciones provienen desde los países que conforman la Aladi, de las cuales el 37% corresponden al Mercosur. En principio estas corrientes no se deberían ver afectadas negativamente, ya que Uruguay aceptó la posibilidad de aumentar los aranceles con la condición que las trabas no afecten al comercio regional.
El argumento de Brasil, propulsor de la medida, es defenderse de las crecientes importaciones provenientes de China, que en el caso uruguayo representan el 13% del total.
Pero tan o más importante que el origen de las importaciones totales, lo es el de aquellas que ingresan en Admisión Temporaria (AT). La permanencia de este instrumento es fundamental para Uruguay. Casi el 70% de las importaciones que ingresan bajo este régimen provienen desde fuera de la región, y la posibilidad de incorporar esos insumos da a los productos uruguayos un diferencial de calidad en los mercados regionales, hacia donde se dirigen mayoritariamente las exportaciones elaboradas en base a insumos importados.
Por último, si bien se trata de medidas de carácter temporal, hay que ponderar su duración, de forma tal que no genere sobredimensionamiento de sectores ineficientes, lo que desvía recursos que se podrían volcar a otras actividades en las cuales el retorno sería mayor.
Mercado. El 50% de las importaciones provienen de los países que integran Aladi de las que el 37% son del Mercosur.
Dos policías, un bombero y una niña, fueron heridos de bala por un delincuente que fue reconocido como autor de una rapiña, al ...
Un informe de Prefectura afirma que, por ley, nada impide a los barcos de Malvinas operar en puertos ...
El técnico de la selección, Óscar Tabárez, declaró el martes 20 ante el juez penal Pedro Salazar, quien indaga la presunta ...
Desde que Jennifer Lopez lo eligió para su reality show, Nicolás Arnicho agota entradas "como si fuera Ricky Martin", ...
La principal hipótesis que se maneja en la investigación por el fallecimiento del subsecretario de Comercio Exterior argentino, ...