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El análisis
EDWARD PIÑÓN
El resultado global, la manera en la que terminó abrochándose la serie, algunas más que interesantes combinaciones a un toque -especialmente en tres cuartos de cancha-, la seguridad de la zaga central y el muro de contención que se levanta en la mitad del terreno son las conclusiones positivas que se sacan de este ingreso de Peñarol a la fase de grupos de la Copa Santander Libertadores.
Pero, siempre hay uno, no alcanza. Sobre todo cuando un equipo tan endeble y vulnerable como el Caracas dejó en evidencia cositas para corregir de manera rápida. Por ejemplo, Peñarol sigue precisando más generación de juego en la mitad del terreno, mayor potencia en el ingreso al área y mejor contención por los costados de su defensa.
Por otra parte, todavía no están finos en el trato del balón futbolistas que deben convertirse en figuras del equipo y se sigue perdiendo el control de los nervios con una facilidad asombrosa en hombres que son muy experientes.
Por ejemplo, ganarse una amarilla por un reclamo tonto ya es intolerable. Y eso fue lo que una vez más le pasó a Luis Aguiar.
Para tratar de imitar lo del año pasado tiene que mejorar mucho.
El País Deportivo
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