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DESDE EL ARCO por José Mastandrea
Los técnicos podrán planificar muy bien, leer los partidos adecuadamente, estudiar a los rivales pormenorizadamente, llegarle a sus jugadores, darles esa inyección anímica necesaria para afrontar cada partido, pero la verdad de la milanesa comienza después que la pelota empieza a rodar en la cancha.
A partir de ese momento, el entrenador se limita a ver el encuentro, a arengar a sus pupilos y a mover algunas piezas con el banco de relevos.
Los que ganan, empatan o pierden los partidos son los futbolistas. Ellos son los que deciden todo. Si un Recoba está inspirado va a ser muy difícil que Nacional pierda. Pasa lo mismo con el "Nico" Olivera cada vez que se enchufa, con el "Viruta" Vera cuando está con todas las pilas o con Marcelo Zalayeta cuando está encendido.
El "Tola" Antúnez, el "Chavo" Díaz, el "Muñeco" Gallardo o el "Polilla" Da Silva poco pueden hacer después que el árbitro pita el inicio del partido.
Los jugadores son los dueños de la verdad. Son los que tienen la última palabra dentro de la cancha. Son los que mandan.
Ovación
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