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EL ANÁLISIS por Edward Piñón
Garabatea con los pies, pero con un trazado coordinado, con movimientos que van y vienen de un lado al otro para obtener la mejor representación del fútbol fantástico. Tanta magia, fiel representante de la acción más técnica que se pueda ver en una cancha de fútbol, genera admiración. ¡Y sorpresa!
Neymar es espontáneo. Juega el juego que más le gusta y de la manera en la que verdaderamente lo disfruta. Sostiene a la pelota con la punta de su botín y es capaz de tenderle una trampa sensacional a los cazadores furtivos más agresivos. Pero nadie llega a capturarlo. Imposible.
Se escapa y se filtra por el lugar menos indicado y nunca de la manera más sencilla. Neymar provoca admiración y cuesta entender cómo consigue ejecutar con tanta facilidad las "jopeadas" más difíciles. Y no puede olvidarse que las ensaya ante los defensas que ya le avisaron que no quieren seguir quedando en ridículo.
Pero Neymar no pone el freno ni deja de comprometerse con su manera de sentir el fútbol. El pibe del Santos sigue jugando a lo que sabe y lo hace de una manera que hace amar al deporte.
¿Y vos qué decís?
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Ovación
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