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DESDE EL ARCO por José Mastandrea
Lugano encendió la mecha. ¿Quién otro? El capitán, uno de los referentes del plantel, uno de los símbolos que hoy tiene la selección uruguaya.
El mismo Lugano que después de aquella durísima derrota ente Perú en Lima, que dejaba a Uruguay con un pie afuera del Mundial de Sudáfrica, llamó a sus compañeros, y tras una larga charla, golpeó a la puerta de la habitación de Tabárez para decirle: "Quédese tranquilo maestro, vamos a clasificar".
Sí. ¿Quién otro? Lugano alertó desde París: "Se vienen dos partidos vitales por las eliminatorias. Hay que pensar en Venezuela y Perú. Los Juegos Olímpicos todavía están lejos".
Y tiene razón. La selección uruguaya no puede apartarse un ápice del camino. Tiene que seguir transitando por el mismo sendero que hasta ahora. Y esa advertencia llega a tiempo para que los futbolistas y la afición pongan las cosas en su lugar.
Primero está la eliminatoria y después vienen los Juegos. Primero hay que meterse de lleno en Venezuela y en Perú. En esos dos partidos claves, fundamentales, decisivos para que Uruguay se mantenga en lo más alto de la cima.
Bien por Lugano. Una vez más, el capitán cambió el rumbo del barco.
Ovación
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