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Tragedia ferroviaria. "Vi que venía el tren y supe que no iba a parar", cuenta uno de los testigos del hecho | Denuncian falta de herramientas por parte de bomberos para afrontar los rescates
BUENOS AIRES | VICTORIA MOLNAR
Eran las 8:32, hora pico en lo que refiere al transporte de pasajeros en la Ciudad de Buenos Aires, cuando Alfredo esperaba una formación en uno de los andenes centrales de la Estación de Trenes de Once, en el barrio porteño de Balvanera.
Alfredo se disponía a ir a su trabajo en el barrio de Flores a sólo dos estaciones y donde es encargado de una paseo comercial.
"Estaba esperando y veo que viene el tren y cuando se iba acercando supe que no iba a parar, miré a mi alrededor y grité tres veces: `¡El tren no frena! y me tiré para el piso hacia atrás", relató a El País el joven hombre oriundo de la localidad bonaerense de Morón y agregó que la reacción que le salvó la vida fue producto de haber visto por televisión como un tren "se montaba arriba de la estación" en un accidente similar.
Tras caer al piso, Alfredo presenció lo que describe como un "impacto brutal, una explosión terrible por la que estallaron todos los vidrios". Se sorprendió al levantarse y ver que a pesar de eso sólo tenía algunas escoriaciones. Según contó, inmediatamente se dispuso a ayudar a rescatar a las personas que estaban atrapadas dentro del transporte.
"No me hice nada, sólo me rozaron algunos vidrios y entonces ayudé a salir por la ventana a dos mujeres que estaban en el segundo vagón y a sacar a dos muchachos. A uno que estaba más herido lo acompañé hasta el hospital Argerich y luego me volvía a Once a ayudar de nuevo", añadió Alfredo.
"Detrás de las dos mujeres había dos jóvenes fallecidos -continuó su relato-, el tren se dobló y había un muchacho que tenía la cabeza apretada contra el techo, él no salió, estaba adentro cuando me fui al hospital, y también vi el zapatito tirado de una nena…". Alfredo recordó lo sucedido aún agitado y llevando en los ojos la tristeza de quien ha visto la escena dantesca del sufrimiento y la desesperación.
Habían pasado cinco horas de la tragedia que costó la vida a al menos 49 personas -48 adultos y un niño de 7 años- y 600 heridos cuando terminó el operativo de rescate de sobrevivientes y sólo quedaba en el lugar personal del departamento forense de la Policía Federal Argentina (PFA).
Una vergüenza. "La Policía y los bomberos actuaron bien y llegaron rápido, pero es una vergüenza la tecnología en herramientas que tenían los bomberos: no había disco para cortar una chapa y había sólo una tijera hidráulica en el lugar que se la pasaban de mano en mano. Era muy difícil sacar a la gente", señaló Alfredo.
Tras una zona vallada y custodiada, oculto por grandes lonas -dispuestas para restringir la visión atenta de las cámaras televisivas, fotógrafos, periodistas, familiares y hasta curiosos que coparon la estación- apenas se ve al tren que por motivos aún no determinados (ayer comenzaron a investigar los hechos) y que corresponderían a una falla en los frenos, impactó de lleno y a 25 kilómetros por hora contra el sistema de contención de la estación.
Ya no se distinguen los dos primeros vagones donde la desesperación invadió a los sobrevivientes que quedaron atrapados hasta por tres horas durante lo que fueron las tareas de rescate.
Un horror. Con la misma mirada cabizbaja en la estación de trenes de Once, varias mujeres que trabajan en el Sistema de Atención Médica de Emergencia de la Ciudad de Buenos Aires (SAME) atendían ayer a quienes se acercaban a por ayuda.
Ellas se negaban a hacer declaraciones a la prensa sobre lo que vieron, son escenas fuertes, dolorosas e innombrables hasta para quienes están preparados para trabajar en estas situaciones.
Sobre la Plaza Miserere -conocida popularmente en Buenos Aires como Plaza Once- estaban dispuestos los móviles de Emergencia de la Ciudad de Buenos Aires, allí la gente se arremolinaba a consultar por el paradero de sus seres queridos y rogando porque se encuentre en alguna de las listas de los nueve hospitales públicos que recibieron a los heridos.
El contenido actualizado de esas listas se replicó durante todo el día a través de los medios de comunicación, al igual que los testimonios de decenas de sobrevivientes y los desesperados llamados de búsqueda y fotos.
Allí estaba María, que es de la provincia de Salta al Norte del vecino país. Estaba de visita por Buenos Aires. Buscaba a su hijo que vive en la capital argentina, no le respondía el celular y podría haber viajado en el tren. "Quiero creer que se le acabó la batería", dijo a El País mientras las autoridades le pedían que chequee la lista completa de heridos en una página de Internet.
Tragedia anunciada. Escena cotidiana del viaje diario de bonarenses y porteños hacia sus trabajos, el tren iba "llenísimo" según detallaron sobrevivientes y testigos. Por eso Carmen, de 27 años, se puede decir que tuvo suerte.
"Perdí el tren, me estaba por subir en Moreno en el furgón de cola y se cerró la puerta. Me tomé el tren siguiente y cuando me bajé vi a toda gente tirada y ensangrentada", señaló a El País.
Carmen habló con la prensa frente a uno de los camiones de emergencia, aguardando para llevar a un hospital a una compañera suya de trabajo que sí logró subir al tren y que por fortuna sólo tenía algunas contusiones y estaba asustada.
"Siempre viajamos como animales, apretadísimos, vas colgada y te terminan robando, manoseando… No se puede viajar así", denunció la joven que todos los días hace dos horas de recorrido desde la ciudad bonaerenese de Merlo hasta Capital Federal.
"Todas las mañanas voy hasta Moreno y luego me tomo el tren hasta Once y así tardo 30 minutos menos que si me viniera directo en colectivo y además viajo sentada", precisó Carmen.
Y añadió: "Yo siempre viajo en el primer vagón porque luego es más fácil y rápido para bajarme. ¿A vos te parece que yo voy a poder viajar así nomás a partir de ahora?".
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