Ocupan una vivienda en Parque Rodó

GASTÓN PÉRGOLA

Una casona vacía en pleno Parque Rodó -San Salvador y Joaquín Requena- fue ocupada el viernes de noche por 8 personas mayores y 10 niños. Tras la denuncia del propietario, la policía no pudo concretar el desalojo por la presencia de menores.

Tres socios, dueños de una empresa constructora, compraron una casona en pleno Parque Rodó con el fin de realizar un emprendimiento inmobiliario. El inmueble estaba desocupado hacía tres meses, a la espera de que la Intendencia de Montevideo (IMM) les otorgara el permiso de demolición para poner en marcha el proyecto.

Pero el viernes a la noche uno de los dueños quedó perplejo cuando recibió la llamada de un vecino: "Hay gente que se te está metiendo para la casa... son varios". Sin dar el mínimo margen de tiempo, el hombre cortó, hizo la denuncia a la comisaría 5ª, avisó a sus otros socios, a su abogado y salió "expreso" hacia el lugar.

Cuando ingresaron a la casa vieron a cuatro hombres y cuatro mujeres, además de una decena de niños, ya instalados. "Las mujeres que había, a los gritos, les hicieron frente y en todo momento ponían a los niños como escudo. Les decían: `estamos con niños, ¿no ves que estamos con niños? Me tengo que quedar acá. No puedo ir a la calle. No tengo adonde ir`", contó a El País uno de los vecinos sobre el hecho.

Más tarde, varios efectivos policiales y una jueza civil llegaron al lugar. "Primero vino la Policía, al rato apareció la jueza y entraron con los dueños. En un momento la jueza mandó retirar a la Policía y a los dueños. Cuando salió, la respuesta de la jueza fue que les había otorgado a los intrusos una prórroga de cuatro días para abandonar el lugar, debido a que había niños en su interior.

Esto generó la indignación de los vecinos, que alegan estar cansados de vivir situaciones como esta. A dos cuadras de allí se encuentra el ex Hotel Casino, (en la esquina de Gonzalo Ramírez y Joaquín de Salterain) ocupado desde hace años por unas 20 familias en situación de calle (ver recuadro).

Ayer, unos 30 vecinos se reunieron y se dirigieron hasta la comisaría de la zona para interiorizarse de la situación sobre el nuevo inmueble ocupado, además de exigir respuestas.

"El ministro del Interior tiene mil problemas, la Policía nos dice que está limitada. Uno se siente realmente desprotegido y perdido cuando quiere saber adonde y ante quién reclamar ¿Dónde empiezan y terminan las responsabilidades? Uno ve que se van pasando la pelota. Ya no sabemos que hacer", manifestó uno de los vecinos a El País, que lamentó el cambio radical del barrio.

"He visto cambiar este barrio radicalmente. Vivo ahí hace 25 años y me duele ver cómo un barrio de gente trabajadora, clase media, como es Parque Rodó, haya cambiado radicalmente y se haya deteriorado tanto, al punto de que estas cosas sean, al final, algo de todos los días", enfatizó.

Sin embargo, lo que más indignó a los vecinos es que la jueza no haya procedido a autorizar el desalojo inmediato, teniendo en cuenta que no se trataba de un inmueble abandonado, sino vacío y con planes de inversión en puerta.

"El nuevo dueño tiene un proyecto de construcción en esa casa. No la tiene abandonada. La está cuidando, dos por tres lo vemos venir. Está encima todo el tiempo. La casa está cerrada, cuidada. No puede ser que al mínimo descuido te la ocupen y ni siquiera puedas exigir el desalojo inmediato", expresó molesta otra de las lugareñas, que teme ahora un final como el del ex hotel Casino.

"La jueza les dio autorización para quedarse. Es algo insólito. No los sacan más. En el trámite civil no se van más", dijo la señora preocupada. Los vecinos consultados aseguran que algunos de los intrusos son, precisamente, ex ocupantes del hotel abandonado.

EN PLENA CALLE. Duermen sobre el pasto de una plaza a pleno día o arman una carpa sobre dos árboles: algunas escenas repetidas en distintos puntos de la capital. Por ejemplo, una pareja habita desde hace varios días en uno de los aleros del Museo Zoológico Dámaso Antonio Larrañaga, en la rambla frente a la playa Buceo.

Allí cocinan, secan su ropa en los arbustos del jardín y atan sus perros en las rejas del tradicional castillito.

El director de Cultura de la IMM, Héctor Guido, dijo a El País que los indigentes han disparado las alarmas en más de una oportunidad y en horas de la madrugada. El edificio no cuenta con guardia de seguridad y el museo está cerrado por inventario.

En otro castillito -el del lago del Parque Rodó- también hay gente instalada que vive al amparo de la estructura del paseo. Incluso, como un lector lo señaló en una carta enviada a El País, el campamento de estas personas está justo en el trayecto del circuito aeróbico que la Intendencia acaba de inaugurar allí.

En el cantero que separa avenida Italia de 8 de Octubre, sobre Avelino Miranda, una decena de personas dormían el viernes al mediodía. Algunos simplemente acurrucados sobre el césped, otros envueltos en trozos de nylon, sábanas o mantas. Parecen haber caído rendidos allí y el sol de marzo no alcanza para sacarlos de su pesado sueño. Son todos jóvenes; algunos muy jóvenes. Y a diferencia de otros sin techo, están allí con lo puesto.

Desde el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) explican que la gran mayoría de las personas que actualmente se ven en la calle padecen alguna patología psiquiátrica o están afectados por el consumo de drogas, lo que limita el trabajo de ese Ministerio. "No podemos actuar sobre esos casos sin una previa intervención médica. Ahí nosotros no podemos más que hacer de coordinadores entre Salud Pública y estas personas. Tenemos una limitación ahí para trabajar", afirmó Sebastián Pereira, director social del área.