El problema está en las raíces

EL ANÁLISIS POR EDWARD PINÓN

Ni a Peñarol ni a Nacional, en la actual Copa Libertadores, se les podrá pedir que lleven adelante -en los campos de juego- un fútbol que se base en la posesión de la pelota, en la generación constante de juego, en la gestación de una ofensiva sin apremios, sin la urgencia con la que suelen entrar los equipos uruguayos a una cancha.

Está en las bases. En la cultura del futbolero oriental. Aquí está mal visto tomarse el tiempo para marear al adversario, encontrar el tiempo exacto para cambiar de ritmo o jugar al tuya y mía por más de 20 segundos. Si la pelota no llega al área rival velozmente le viene urticaria al aficionado, a los jugadores y a los técnicos.

Lo que si se les tiene que demandar es que sus jugadores entrenen con mayor intensidad, que empiecen a adaptarse al ritmo de juego que se practica en todo el mundo. Que aprovechen las horas de trabajo profesional para evolucionar en la cesión del balón. No puede pasarles que a los 60 minutos de juego se queden sin piernas y mucho menos que no sean capaces de entregar la pelota al que tiene la camiseta del mismo color.

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