Los Juegos Olímpicos que tuvieron la ceremonia de apertura más extraordinaria de todas llegaron a su final y ahora todos se preguntan cómo harán los ingleses en el 2012 para superar lo hecho en China.

Sea como sea, lo superen o no, Beijing 2008 caló hondo en la historia no sólo por lo colorido y estupendo de las ceremonias olímpicas, sino también por lo deportivo.

Quedará en los libros y nadie olvidará jamás las ocho medallas doradas que se colgó en su cuello el estadounidense Michael Phelps. Todos hablarán de que el jamaicano Usain Bolt ganó los 100 metros llanos mirando a los costados, saludando, festejando y bajando el récord mundial.

Primero, el hombre más rápido en el agua. Después, el más rápido de la Tierra. Michael Phelps brindó algo que probablemente no se vuelva a ver. Usain Bolt le siguió con algo que había que ver para creerlo.

El hombre pez llegó a Beijing diciendo lo que iba a lograr. Grabó su nombre en la historia de la humanidad al ser el primer deportista en lograr ocho preseas de oro en los mismos Juegos Olímpicos, superando lo hecho por Mark Spitz en Münich 1972.

El más veloz logró algo que no parecía posible. No solo ganó las dos carreras que definen los límites de la velocidad humana, sino que lo hizo con récords mundiales en ambas pruebas. Estaba tan adelante de los demás que pudo haber corrido de espaldas los últimos 30 metros y ganado.

Junto a Bolt, en un cuarteto completado por Nesta Carter, Michael Frater y Asafa Powell, Jamaica ganó la medalla de oro de los relevos masculinos de 4x100 metros, con récord del mundo incluido (37.10).

Bolt se unió de este modo en la leyenda a los estadounidenses Jesse Owens (1936), Bobby Morrow (1956) y Carl Lewis (1984), como los únicos atletas en haber logrado el triplete en velocidad.

Usain Bolt y Michael Phelps acapararon la atención con sus proezas astrales pero no fueron las únicas estrellas que brillaron con luz propia en estos Juegos Olímpicos de Beijing 2008.

Las pruebas de 5.000 y 10.000 metros fueron dominadas por dos competidores etíopes que se realizaron un histórico "doble-doble" en la competición olímpica.

Kenenisa Bekele se quedó con las pruebas en la rama masculina, mientras que su compatriota, Turunesh Dibaba, hizo lo propia en la rama femenina.

Bekele, de 26 años, partía como favorito dados sus antecedentes como mejor atleta masculino del año -2004 y 2005- y sus récords mundiales en ambas disciplinas.

El atleta etíope se convirtió en el primer hombre en 20 años en obtener el oro en ambas disciplinas. Batió los récords olímpicos vigentes pero sin poder superar sus marcas mundiales.

Dibaba también llegaba como favorita a la competición de los 5000 metros. La atleta de 23 años no pudo bajar su récord mundial –así como tampoco el récord olímpico- pero sí quedarse con el oro en una carrera de final apretado.

En los 10.000 metros, Dibaba estableció un nuevo récord olímpico y completó así el doble-doble de Etíopia.

Igual de dominante fue la actuación de Yelena Isinbayeva, anunciada de antemano como figura de los JJOO en salto con garrocha.

La rusa de 26 años había sido oro en Atenas 2004 y ha ejercido un dominio notable de la disciplina desde las categorías juveniles.

En sus comienzos fue una gimnasta, hasta que se le consideró demasiado alta (1,74mts) para continuar compitiendo. Isinbayeva se concentró en el salto con garrocha y comenzó a cosechar oros en campeonatos mundiales desde el 2000.

Su arribo a Beijing estaba precedido de la expectativa por el posible nuevo récord mundial que la rusa podía imponer en su rama. Isinbayeva no defraudó, asegurando el oro con un salto de 5,05 metros, unos increíbles 25 centímetros por sobre su rival más cercana.

Fue la 24ta vez en la que la atleta rusa establece un nuevo récord mundial.

EL PAÍS digital en base a Agencias