Tres millones de festejos

GUILLERMINA LUZURIAGA

Allá se va el "Mono" Pereira hacia el arco como guía para el ascenso al travesaño. Ahí está el "Loco" Abreu abriendo sus brazos para atrapar a todo el plantel. Es "Cachavacha" Forlán el que lidera el coro de la Celeste.

Ahí regresa el "Ruso" Pérez de saludar a los aficionados que lo coreaban desde la América. Salta el "Palito" Pereira, se acopla Muslera. Todos se quieren quedarse sin garganta. Revolean los buzos negros todos los suplentes.

Es la fiesta. El delirio total. El "hay que saltar, hay que saltar, el que no salta, no va al Mundial", domina el repertorio que comienza desde la cancha y va trepando por las escaleras de la Olímpica, de la Amsterdam, la Colombes y la América.

Mandan la vuelta los jugadores. Y todos se suman a ella. Tras la clásica "montañita" y abrazos, empezó un frenesí esperado. Anhelado por protagonistas y espectadores.

Por eso los futbolistas se subieron al arco que da sobre la tribuna Amsterdam para seguir alentando a la Celeste.

Arriba están el "Ruso" Diego Pérez, escoltado por el "Flaco" Álvaro Fernández y el salteño Luis Suárez, quien sostuvo la ya famosa filmadora de Sebastián Abreu mientras éste intentaba sumarse a sus compañeros.

Y la celebración incluye de todo. Los golpes cariñosos para el "Pato" Celeste, los gritos ensordecedores, abrazos y gritos de alegría y otros de desahogo. También la cohetería que nace desde las afueras del Centenario.

Las banderas agitándose, las lágrimas recorriendo las mejillas. Nadie quiere moverse de su lugar. Nadie quiere perderse un momento que es histórico para el fútbol uruguayo.

Es que la selección mayor volverá al plano mayor del fútbol mundial tras ocho años de ausencia. Su última incursión en una Copa del Mundo fue en 2002, cuando el seleccionado compitió en Japón y Corea orientado por Víctor Púa.

Se logró el objetivo. Valió la pena tanto esfuerzo. Tanto sufrimiento. Tanta rabia acumulada.

Y los rostros cambian del todo. Como el del "Maestro" Tabárez gritando a viva voz "Uruguay".

Nadie se quiere ir. Ni siquiera los jugadores, que recorrieron todos los rincones de la cancha festejando, revoleando sus camisetas y cantando junto a las cuatro tribunas que tiñeron de celeste una noche que quedará en el recuerdo de todos los uruguayos y, sobre todo, de los más pequeños.