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El intrincado panorama electoral argentino

22/02/2003 - Julia Rodríguez Larreta

Ha quedado finalmente dilucidado quien será el candidato del radicalismo en las próximas elecciones argentinas. Unos comicios que se presentan de manera bastante novedosa. En esta oportunidad, no habrá las claras opciones de los dos partidos fuertes enfrentados, el Justicialismo por un lado y la Unión Cívica por el otro, con la participación en la contienda de algún tercer partido como la UCD, ni tampoco un frente como el que se formó para disputar la presidencia, en la contienda electoral anterior, cuando al P.J. se le opuso la llamada Alianza. Una unión surgida entre radicales y un nuevo grupo más a la izquierda, titulado Frepaso, que demostró tener una salud por demás precaria.

Ahora los dos grandes partidos han sufrido una transformación tal, que ya ni se reconocen. El peronismo luce tan fragmentado que por el momento, a no ser que se produzca un cambio de posturas mayúsculo, que condiga con su tradicional pragmatismo cuando de alcanzar el poder se trata, hay tres candidatos en carrera, en búsqueda febril de un símbolo partidario bajo el cual competir. Esto se debe a que el presidente consiguió impedir la realización de internas, ante el convencimiento de que esa instancia le daría el triunfo a Menem.

UNICO. En el radicalismo en cambio, sí se cumplió con lo establecido, ya que ha sido el único partido que eligió a su candidato por el voto popular. Algo que no deja de ser un mérito, en un país donde parece que las reglas no existen para ser respetadas. Sin embargo, la victoria de Leopoldo Moreau en las internas complementarias de la U.C.R., realizadas el domingo en Formosa, San Juan y el Chaco, sobre Rodolfo Terragno, no puede darle muchos motivos de festejos al novel candidato, ya que su futuro es bien poco promisorio.

Vale la pena analizar por qué. El vencedor lo ha sido, de unos comicios sumamente cuestionados, inclusive por la justicia. Terragno perdió en su lucha, después de que una jueza ordenara nuevas internas en tres provincias, a posteriori de variadas acusaciones de fraude que generaron un clima muy espeso. Este las reclamaba en Formosa, pero también fueron exigidas en San Juan y Chaco. En esta última, el gobernador Angel Rozas, le sumó a Moreau 58.090 de los 59.837 votos, lo que le sirvió para inclinar el fiel de la balanza que anteriormente mostraba como ganador a Terragno, en dos tercios del país.

Al mismo tiempo, a Moreau se le presentan difíciles desafíos, como defender la identidad de su partido, cuando en consonancia con su jefe, Raúl Alfonsín, ha estado respaldando siempre a Duhalde. Además, tiene que desprenderse de la mala imagen que arrastra, a raíz del fracaso del gobierno aliancista de Fernando de La Rúa y su precipitada caída. A estas condicionantes, se suma el tener que competir contra dos fuertes candidatos que son ex radicales, como Elisa Carrió y Ricardo López Murphy, quienes abarcan el espectro que va desde la izquierda, hasta el centro derecha. Si bien en el panorama actual, ningún candidato supera el 15% de adhesión según las encuestas, el ínfimo 1% de respaldo que muestra Moreau de acuerdo con los sondeos, no sólo revela la dificultad que significa hacer campaña política en esas condiciones, sino que da la sensación de que tiene por delante un seguro desastre electoral.

ATOMIZACION. La atomización existente en la oferta de candidatos, crea en el electorado una complicada disyuntiva, del momento en que la falta de un liderazgo claro, hace pensar en que seguramente habrá de producirse una segunda vuelta. Al imaginar ciertos escenarios posibles, se especula que López Murphy conseguirá sus votos en detrimento de Menem y en consecuencia, la próxima batalla podría darse entre los otros dos peronistas, Kirchner y Rodríguez Saá. Por este motivo, ciertas personas que prefieren al ex Ministro, dudan de votar por él, dado que para ellos es mejor que en el ballotaje, Menem sea uno de los contendientes. Otra vez se repite la historia de ciudadanos que al entrar en el cuarto oscuro, no le dan su apoyo a quien es su verdadera elección, sino que votan de acuerdo con otras consideraciones.

Se trata de algo que conspira contra la buena campaña del candidato centrista. A pesar de no disponer como Kirchner, de coberturas periodísticas de sus actos de una hora y media, como la que hace poco provocó una pública denuncia suya, debido a los flagrantes abusos de la televisión estatal, su candidatura sin embargo, ha crecido en la opinión de voto, de manera constante y hasta lo han presentado como primero en la Capital.

Pero el caleidoscopio electoral que presenta tantas posibles variantes para la segunda vuelta, es aún más confuso y difícil de visualizar, puesto que los partidos tradicionales han perdido su nitidez. La verdad es que si se observan los postulantes surgidos desde el justicialismo y del radicalismo, se ve que hay más afinidad entre un peronista como Menem y un ex radical como López Murphy y por otro lado, entre Elisa Carrió, desmembrada de este último partido, con sus rivales del P.J., Kirchner y Rodríguez Saá, que entre correligionarios presentes y pasados. Las diferencias hay que buscarlas por el lado ideológico, antes que por la insignia partidaria. Lo que se advierte son concepciones de gobierno de tipo populista, como la de Carrió, Kirchner y Rodríguez Saá, aunque los dos primeros tienen posturas de izquierda, mientras el último es más bien una derecha estilo popular, y los de una filosofía enfocada hacia el capitalismo, como López Murphy y Carlos Menem.

HABILIDAD. El ex presidente, con su habilidad política reconocida, ya ha olfateado que el discurso económico que lo favorecía, debido a la tremenda crisis que hundió al país, dejó de serle tan conveniente, del momento en que el veranito que aún se mantiene, ha mejorado la percepción de mucha gente, respecto de la situación. Aunque no sea muy válido, para muchos lo peor ya pasó y entonces hay que buscar otros "leit motif", para atraer a los posibles votantes. Así es que la semana pasada, Menem anunció un ambicioso proyecto de transparencia, que apunta a combatir la desconfianza y la mala opinión que en la actualidad rodea a la actividad política. Con una propuesta consistente en el control del Estado, por parte de organismos internacionales como Transparency International, financiado por el Banco Mundial, ha disparado un tema que hasta ahora había estado prácticamente fuera de las campañas electorales, a diferencia de las elecciones anteriores, y con ello ha tomado por sorpresa a sus adversarios, obligándoles a ponerse a tono.

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