Certezas
e incógnitas para el día después
04/05/03
- LA NACION - GDA
En una economía donde la creciente reactivación de los últimos
meses no alcanza para todos, el resultado del ballottage ha pasado a desvelar
a quienes necesitan saber cómo sigue la película después
del 25 de mayo.
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La ventaja de Néstor Kirchner en las encuestas aporta algunas certezas
de corto plazo y muchas incógnitas a futuro.
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Entre las primeras se encuentra la continuidad del ministro Roberto Lavagna.
Si bien el entorno del ministro debió salir a desmentir a comienzos
de la semana pasada una anónima operación política
que ponía en duda su permanencia en el cargo, está claro
que Lavagna constituye uno de los activos para la campaña del gobernador
santacruceño. De otro modo, no se explicaría por qué
Carlos Menem debió anticipar que Carlos Melconian manejará
la política económica en caso de imponerse en la segunda
vuelta. Melconian es un economista de raíz ortodoxa que no reniega
del pragmatismo y tiene una notable facilidad de comunicación de
sus ideas, que ya está haciendo valer. Tampoco necesita ponerse
al tanto de los números finos de la economía: en los últimos
años los ha venido siguiendo día a día como consultor
de empresas y bancos. Se acercó a Menem, en su momento a través
del gobernador salteño Juan Carlos Romero, con un plan económico
integral que pone énfasis en la necesidad de refundar un sistema
económico con instituciones creíbles y confiables. Sólo
el tiempo y las circunstancias dirán si eso hoy es posible en una
Argentina tan fragmentada políticamente y con candidatos que buscan
apoyos electorales en las antípodas de su pensamiento.
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En lo inmediato, la continuidad de Lavagna habilita a suponer que no será
el ministro quien destruya su propia obra. La arquitectura que tanto esfuerzo
le costó armar a Lavagna incluye resultados reconocidos hasta por
sus propios adversarios: inflación y dólar en baja; reactivación
de los sectores industriales sustitutivos de importaciones; doce meses
de superávit fiscal primario; apertura del corralón financiero;
un nivel de reservas cercano a 11.000 millones de dólares y un
acuerdo transitorio con el FMI que le dará apenas tres meses de
oxígeno al próximo gobierno.
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El problema es que, en caso de un triunfo electoral del gobernador patagónico,
también Lavagna será el heredero de su propia herencia de
problemas estructurales pendientes. Este legado incluye la renegociación
de la deuda pública; el replanteo de los contratos de servicios
públicos; el descongelamiento tarifario; la política salarial;
la relación fiscal Nación-Provincias; la reestructuración
del sistema financiero y el pago de compensaciones a los bancos, entre
las cuestiones más apremiantes. La diferencia reside en que el
ministro ya no tendrá el handicap de formar parte de un gobierno
de transición que le endose los costos políticos a su sucesor,
como lo hizo Duhalde. Y la gran incógnita es que, con su actual
estrategia de no hacer olas para conservar la ventaja que le otorgan las
encuestas, Kirchner no ha dicho en público ni una palabra sobre
cómo piensa afrontarlos. Ningún modelo productivo puede
ser viable sin inversión privada. La única carta electoral
que dejó entrever es un plan de obras públicas para generar
puestos de trabajo, que podría financiarse con partidas presupuestarias
dispersas y una lucha más efectiva contra la evasión impositiva.
Melconian también tiene escrito desde hace meses un programa similar,
por encargo de la Cámara Argentina de la Construcción, que
busca aprovechar créditos no desembolsados de organismos internacionales,
lo cual supone un rápido acuerdo con el Fondo.
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Fantasías y realidades
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El silencio de Kirchner ha alimentado distintas fantasías en el
ambiente empresario. Hay quienes sostienen que en materia económica
podría imitar la sensatez de Lula -su punto de referencia en política
exterior y a quien habrá de visitar en los próximos días-
y darle una sorpresa a los mercados. Pero también abundan los que
advierten que, en su afán de apartarse del modelo pro mercado de
los´90, corre el riesgo de retrotraer la economía al modelo
dirigista e inflacionario de los `80. Quienes abonan esta última
teoría, hacen hincapié en la heterogénea red de apoyos
políticos y gremiales que está cosechando el gobernador
patagónico para la segunda vuelta y que tarde o temprano habrán
de pasar su factura, comenzando por el peronismo bonaerense.
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Por las dudas, y a falta de una transición política como
la brasileña, algunos protagonistas de la economía post
electoral -especialmente aquellos relacionados con capitales extranjeros-
han comenzado a enviar mensajes por elevación. A través
de su titular, Horst Khler, el FMI declaró estar dispuesto
a negociar con quien gane las elecciones un programa global de reformas
que, en buen romance, significa que el organismo aspira a un acuerdo de
políticas a largo plazo (tipo facilidades extendidas, a tres años)
y no a una simple renovación del actual "stand by", que
sólo hace hincapié en la disciplina monetaria y fiscal.
Para más datos, acaba de instalar en Buenos Aires a John Dodsworth,
el número 2 de Anoop Singh. Las empresas privatizadas, a su vez,
han intensificado su campaña institucional sobre la necesidad de
reencauzar contratos y tarifas, que Lavagna quiere retomar para su área.
Los banqueros, por último, descuentan que será el Poder
Ejecutivo y no el Congreso quien termine resolviendo el espinoso tema
de las compensaciones por la pesificación asimétrica y los
amparos judiciales; y hasta no descartan un último gesto de Duhalde
para facilitar la negociación con el Fondo. Los bancos nucleados
en ABA -que acaba de sufrir el desprendimiento de los nacionales que recrearon
Adeba- no sólo ratificaron al economista Mario Vicens al frente
de la entidad, sino que colocaron a los titulares de las principales entidades
de capital extranjero en las cuatro vicepresidencias. Y acaban de recordar
que -aún con aquella escisión- representan 43% de los depósitos
del sistema, 41% de los préstamos y emplean a 27.000 personas.
Por ahora están esperando señales.
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En medio de estas presiones cruzadas desde y hacia su candidato, Duhalde
no podrá eludir otra papa caliente: la virtual estatización
de LAPA para evitar un conflicto en vísperas del ballottage y no
dejar mal parado al sindicalista aeronáutico Ariel Basteiro, que
integra el equipo de Kirchner. Aunque Lavagna se haya llamado a silencio,
no oculta que esta decisión política no es una buena señal
para transmitir confianza en el futuro de la economía, en medio
de tantas restricciones y necesidades fiscales que justificarían
otras prioridades para el gasto estatal. En cambio, sí habrá
una nueva postergación en la causa de la provincia de San Luis
contra el Banco Nación por el corralón, cuando mañana
venza el plazo otorgado por la Corte Suprema para que las dos partes busquen
un acuerdo que todavía sigue sin aparecer. La cuestión probablemente
forme parte de la negociación por los votos peronistas que se volcaron
hacia Adolfo Rodríguez Saá; de ahí que la última
palabra la tendrá el próximo gobierno, sea quien fuere el
ganador.
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Entretanto, sin debates entre candidatos y con pocos elementos concretos
para adivinar qué pasará con sus problemas de todos los
días, los votantes independientes deberán prepararse para
definir la interna peronista, sin saber si están apostando a un
futuro mejor, optando por el mal menor o ninguna de las dos cosas.
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