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Habrá segunda vuelta, opinan los analistasAgencia AP Cuando falta un mes para que los argentinos elijan presidente la única certeza entre los analistas políticos es que, por primera vez en la historia de Argentina, la elección se dirimirá en una segunda vuelta. La ausencia de un candidato capaz de capturar la atención del electorado, los virtuales empates que muestran las encuestas sobre intención de voto y un partido gobernante dividido y con tres aspirantes a la presidencia luchando entre sí son los elementos de un comicio que promete ser atípico. "Por más buena elección que haga alguno de los candidatos ninguno va a alcanzar el 40% de los votos ni a superar a su seguidor por 10 puntos" como exige la constitución para un triunfo en primera vuelta, dijo a la AP el editorialista político Eduardo Van der Kooy, quien desde su columna en el diario Clarín intenta echar luz sobre el proceso electoral. "Por eso la única certeza en este momento es que va a haber segunda vuelta", aseguró. Los sondeos elaborados por distintas consultoras privadas le dan la razón: los tres candidatos del peronismo --el ex presidente Carlos Menem, el gobernador de Santa Cruz Néstor Kirchner y el ex mandatario de la provincia de San Luis Adolfo Rodríguez Saá-- pelean la cima a un punto de diferencia, en el mejor de los casos. Recién en cuarto lugar y con una diferencia más marcada se alternan los opositores Elisa Carrió, del partido de centroizquierda Alternativa por una República de Iguales (ARI) y Ricardo López Murphy, del liberal Recrear. La incógnita es cómo reaccionará la mayoría de los argentinos cuando el 18 de mayo --según lo establecido por el Congreso-- deba concurrir por segunda vez a las urnas para elegir a quien gobernará hasta diciembre de 2007. "El problema es que en Argentina no hay cultura política de segundas vueltas", indicó Van der Kooy. Pero ese no es el único inconveniente. Como describió el analista Joaquín Morales Solá en el diario La Nación, si las encuestas se trasladan a las urnas "se votará en un clima de temores y sospechas" y hasta podría haber una "noche de caos". Aún palpita el recuerdo de los incidentes ocurridos el 2 de marzo durante las elecciones en la norteña provincia de Catamarca, cuando simpatizantes del senador peronista Luis Barrionuevo --impedido por la justicia para presentarse como candidato a gobernador-- atacaron los centros de votación, quemaron urnas y agredieron a las autoridades electorales. Y aunque a Barrionuevo casi le cuesta su banca en el Senado, los comicios catamarqueños quedaron pospuestos indefinidamente. "Lo que suceda entre la primera y la segunda vuelta va a depender de quiénes vayan en los primeros lugares y cuál sea la diferencia. Si los candidatos más elegidos están muy parejos, vamos a tener una guerra de impugnaciones, denuncias de fraude y hasta episodios de violencia", sostuvo Van der Kooy. Los argentinos conocen bien estos artilugios. Una enconada batalla entre Menem --que aspira a un tercer mandato-- y Duhalde --su más acérrimo enemigo-- dio lugar a una disputa judicial sobre la realización de los comicios internos partidarios en las que el peronismo debía elegir su candidato a presidente. Tras cinco meses de fallos judiciales a favor y en contra, dispares interpretaciones de la Carta Magna, acusaciones de amenazas e insultos cruzados, las primarias terminaron por suspenderse. En el medio hay 36 millones de argentinos que exigen a la clase política un cambio de raíz y cruzan los dedos para que se alejen del poder los hombres que llevaron al país a la peor crisis de su historia, con un desempleo del 17,8% y un nivel de pobreza del 57,5%. "Hay un desencanto generalizado con respecto a las elecciones porque hay un desencanto hacia la política en general... Nadie cree que alguno de los candidatos pueda solucionar gran parte de los problemas", concluyó Raúl Kollmann, columnista de Página/12. |
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