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"Welcome to Iraq"Por Elisabetta Piqué ZUBAIR, Irak.- "Welcome to Iraq, courtesy of british troops". Apenas se pasa por el puente Bradley puesto por las fuerzas inglesas para cruzar una zanja que antes marcaba el límite entre Kuwait e Irak, un flamante cartel naranja da la bienvenida. La "cortesía" británica -que subraya cuánto han cambiado las cosas en la tierra de Saddam en tan pocos días-, contrasta con los helicópteros Apache volando bajo, en busca de bolsones de resistencia, los golpes de mortero, el ruido de explosiones y la sensación de descontrol total que reina en el sur de Irak, donde ayer murieron ... periodistas. Sólo a alguien con puro espíritu anglosajón se le podía haber ocurrido plantar un cartel de bienvenida en medio del ataque. No es fácil
entrar a Irak. La frontera con Kuwait está oficialmente cerrada,
pero a la policía local le cuesta controlar los famosos 42 agujeros
abiertos en el alambrado para dejar pasar a cientos de miles de Los soldados británicos -que tendrán el control del sur de Irak-, dan la bienvenida, pero no hace falta ningún cartel para darse cuenta que uno ha llegado a Irak. Si el check point kuwaití era una casilla de cemento, el abandonado puesto iraquí es una choza de paja. Si poco más atrás, en el rico desierto kuwaití, había granjas con modernos viveros que habían logrado milagrosos oásis, de la parte iraquí la pobreza enseguida es un hecho. En medio del imponente avance de las tropas aliadas, se ven poquísimos autos desvencijados que circulan con banderas blancas, casas de barro en medio de campos grises, muy secos, con ovejas, cabras y mujeres vestidas de pies a cabeza de negro (así es la tradición chíita, la mayoría de la población musulmana del sur de Irak), dobladas en dos, que recogen algo para comer. Los chicos saludan con la mano a los recién llegados en las 4x4, pero sin demasiado entusiasmo. Igual que los hombres vestidos con dish-dasha (la túnica) y turbante, que cuando pasan las columnas de tanques que avanzan hacia el norte, levantan el pulgar, o hacen con los dedos la "V" de victoria. "OK
americanos, OK. Claro que estoy contento", dice a LA NACION Abdullah,
un joven campesino de 23 años vestido en forma rotosa, que con
señas hace entender que tiene hambre, y que quiere dinero. "Mi
campo fue bombardeado y Sehel Karim, mi hermanito de cuatro años,
fue herido. Lo tuvieron que ¿Y Saddam? "No me pregunte de ése: nos hace morir de hambre, y se lleva todo el petróleo", contesta Abdullah, de relgión chiíta como la mayoría en esta zona del sur del país. En la primera
rotonda de la autopista que va hacia Bagdad, frente el apenas montado
"check point Tampa", de los ingleses, hay un grupo de soldados
iraquíes detenidos. Rodeados por un rollo de alambre de púas,
están sentados sobre la tierra, comiendo las raciones empaquetadas
de amarillo de los soldados norteamericanos. "Se rindieron ayer a
la tarde. Están siendo tratados muy bien. Les damos agua y comida,
y dejamos que se paren, o que vayan al baño", explica un gentílisimo
soldado británico, que Más allá de que llegan noticias de que hay miles de soldados iraquíes que se han rendido, en un improvisado "briefing" un teniente inglés admite que la situación es "muy fluida". Un eufemismo para decir que pese a la superioridad de medios y hombres de la coalición aliada, el descontrol es total en el sur de Irak, donde reina la inseguridad y donde hasta anoche ningún oficial podía asegurar que Basora, ciudad clave de esta región y segunda de Irak, había sido conquistada, así como tampoco la pequeña Um Qsar y demás localidades. Los golpes de cañón que siguen oyéndose de noche en medio de la noche confirman la "fluidez" de la situación, así como la noticia de que por la tarde dos hombres iraquíes -civiles- han muerto por una granada tirada por las tropas conquistadoras en un episodio confuso. "Vayan hacia Nasirya, es seguro", aconseja el mismo teniente inglés a un grupo de periodistas que busca dónde pasar la noche. Lástima que el camino recomendado, nos enteramos más tarde, está sembrado de minas, por lo que hay que regresar y armar una caravana al mejor estilo far west, acampando en círculo con las 4x4, para pasar la noche bajo un cielo estrelladísimo. Para no ser confundidos, todos los cronistas han puesto cintas adhesivas que dicen TV, señales de reconocimientos color naranja. Es que la zona no está del todo "clear" -limpia-, y por la autopista que va hacia el norte, con destino a Bagdad, la "marcha" aliada hacia la capital es impresionante: son infinitas las columnas de blindados, camiones, topadoras y vehículos militares varios, que avanzan hacia el norte. En medio de la ruta, se ven algunas señales de los bombardeos: trincheras iraquíes arrasadas y ennegrecidas por el furor de los ataques, un par de torres de energía eléctrica partidas, partes del asfalto dañadas, y oleoductos en llamas, que echan un humo negro que forma una densa capa gris, e irrespirable, en el cielo. "Cuando
llegamos, ya se estaban quemando, no sé qué pasó",
dice a LA NACION el sargento Brian Koeng, un marine del tercer batallón
de asalto anfibio, que está al mando de un chek point cercano al
oleoducto en llamas. De California, Brian cuenta que la moral de los marines
es alta y que "los muchachos están muy contentos de estar
aquí" ¿Sabe cómo se llama esta zona? "No
sé, estamos avanzando tan rápido hacia Bagdad, que no lo
sé". |
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