Crónica
desde la oscuridad
Por Elisabetta
Piqué
AUTOPISTA
80, sur de Irak.- Son casi las 11 de la noche. Estoy escribiendo sentada
en una camioneta, debajo de una manta para tapar la luz de la pantalla
de mi computadora portátil. Al igual que otros cien periodistas
de todo el mundo, estamos en la oscuridad total, estacionados en fila
en medio de la autopista que va a Bagdad, en la zona sur de Irak, porque
si prendemos alguna luz, incluso la de un cigarrillo, podríamos
ser blanco de un ataque, nos advierten.
.
Los soldados británicos que están con nosotros creen que
estamos en peligro. Que en cualquier momento podemos ser atacados por
un grupo de unos 25 soldados fieles a Saddam que aún andan dando
vueltas por esta zona de frontera. No podemos bajar del auto y no podemos
encender ninguna luz, ni linterna, ni teléfonos satelitales o celulares,
y hasta molesta la luz de las pantallas de las laptop. Por esas señales
podrían ubicar nuestra presencia y atacarnos.
.
"Si tienen que ir al baño, háganlo sobre el asfalto,
porque más allá pueden ser objetivo de un ataque. Tengan
siempre puestos los cascos", acaba de recomendar un oficial.
.
La aventura, si esto se puede llamar así, empezó a las siete
y media de la noche. Por segundo día consecutivo, los periodistas
que ingresamos anteayer a Irak desde Kuwait estábamos acampando
en un paisaje deshabitado junto a la intersección de la autopista
que va a Bagdad con otra que va a Basora. El único lugar seguro,
protegido por soldados británicos.
.
Ya de noche, todos estábamos escribiendo frente a las carpas, conectados
a la energía de los generadores, cuando uno de los soldados al
mando del campamento comenzó a llamar a los gritos a la gente.
.
"Tenemos información de inteligencia que dice que hay 25 hombres
de Saddam que desde Safwan quieren atacar este lugar donde están
ustedes. Están armados con cohetes RPG; tienen que salir inmediatamente
de aquí. Están en peligro. No pueden volver a Kuwait, porque
una caravana de autos que pase por allí podría ser un blanco
facilísimo. Lo único que pueden hacer es ir apenas 15 kilómetros
más al Norte, por la autopista. Váyanse ya. Una acción
contra periodistas a esta gente le daría muchísima publicidad,
que es lo que quieren, y ustedes son un blanco."
.
¿Pueden encontrarnos algún otro campamento? "Imposible.
Tienen que ir por su cuenta."
.
Después, la estampida. Lo más rápido posible ponemos
las cosas más importantes en el auto y partimos. David pregunta:
¿vamos a dejar las carpas ahí? Mejor salvar el pellejo.
"¡Apaguen las luces!", nos grita un soldado, al salir
al menos unos 40 vehículos 4x4 en convoy hacia la autopista, en
medio de la oscuridad, con las luces apagadas.
.
Avanzamos despacio, hasta recorrer unos 20 kilómetros. David pregunta:
¿qué hacer? ¿Parar y quedarnos en el medio de la
nada? Algunos periodistas norteamericanos deciden conectarse con los marines
a través del Pentágono, para que nos vengan a buscar, nos
escolten y nos dejen acampar con ellos. Pero antes hay que avisarles.
No queremos ser blanco de fuego amigo.
.
Avanzamos unos kilómetros más. Llegan soldados británicos
que en la oscuridad nos dicen que nos tenemos que ir. El silencio es total.
De vez en cuando largan algún disparo. De vez en cuando pasan aviones
de guerra. De vez en cuando se oye a lo lejos una explosión o un
disparo.
.
Son las 3 de la mañana. Acabamos de llegar no sabemos a dónde,
pero nos hicieron salir de la autopista y estamos durmiendo en las camionetas.
Los soldados dicen que estamos en un lugar seguro. Siempre con las luces
apagadas. Con minas a la derecha y a la izquierda, en una situación
en la que nadie, nunca, hubiera imaginado estar.
|