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CONSECUENCIAS DEL CONFLICTO: GUERRA CAUSA DIVISIÓN ENTRE ÁRABESCon ardientes y masivas manifestaciones casi a diario en protesta por la intervención angloestadounidense en Irak, buena parte de los gobernantes del Golfo Pérsico y Medio Oriente, incluso varios del Norte de África, se juegan muchas cosas dependiendo de cómo acabe la guerra contra Saddam Hussein y qué ocurra en ese país en el futuro. Esto transciende los problemas de seguridad e inestabilidad social que tienen que enfrentar en las calles, como se ha visto por estos días en Egipto, Jordania o Qatar, por ejemplo. Se trata del futuro mismo de sus regímenes, la mayoría o casi todos de tan nula tradición democrática como el mismísimo Saddam Hussein, explican distintos expertos consultados por "El Mercurio". De momento, aunque el mundo árabe ha manifestado su rechazo formal a la guerra y el lunes pasado la Liga Árabe llamó a Estados Unidos y Gran Bretaña a retirarse de Irak, su papel en este conflicto peca de las mismas ambigüedades que lo han caracterizado en el tiempo. Tanto así, que ayer el Vicepresidente iraquí, Taha Yassin Ramadan, criticó en duros términos su falta de apoyo y lanzó una más que inquietante pregunta: si están con nosotros, "¿por qué no detienen el flujo de crudo a esos países agresores?". Crítica pública La respuesta al régimen iraquí, en gran medida, se la dio el ministro británico del Interior, Jack Straw, quien manifestó su convicción de que los gobiernos árabes cambiarán su posición cuando acabe la guerra. La base de su certeza, dijo, es que "se sabe bien que en público tienen una posición crítica", pero que esa postura "cubre un vasto espectro de opiniones privadas de esos mismos líderes". Es decir, que el repudio externo no supone que piensen igual. El problema de esta línea de acción de los liderazgos árabes, concuerdan los especialistas, es que está acrecentando sobremanera la distancia que los separa de sus pueblos. Más aún en el caso de esta invasión, que no tiene el aval masivo de la comunidad internacional. Las consecuencias de este distanciamiento van a ser muy serias, advierte Maha Azzam, analista de asuntos de Medio Oriente del Royal Institute of International Affairs, de Londres: "Las poblaciones se sienten cada vez más apartadas y olvidadas". Según Azzam, de origen saudita, en los pueblos árabes hay un sentimiento de traición que, aunque ahora ha reventado por la guerra, se alimenta sobre todo de la crisis entre palestinos e israelíes. También Kuwait ha empezado a sentir los efectos de este ambiente, luego de que las embajadas de ese país en Libia y Egipto fueran objeto de varios ataques y amenazas. A nadie escapa que estos gobernantes descansan en sus fuerzas de seguridad para suprimir cualquier forma de oposición. Son dictaduras para perpetuar los intereses de quienes ocupan el poder, en muchos casos clanes familiares dueños literalmente de sus respectivos países, explica Richard Bulliet, especialista en Medio Oriente de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Columbia (Nueva York) y autor de numerosas obras sobre historia política de esa agitada región y el Norte de África. Es interesante, agrega, que el hijo de Hafez al Assad (Bashir) sucediera a su padre en Siria; a Saddam, por supuesto, le hubiera gustado que sus hijos (Uday y Qusay) tomaran su lugar. Hosni Mubarak, en Egipto, al parecer también quiere ser continuado por su hijo; Moammar Jaddafi ha empezado a preparar a su hijo para que lo reemplace. Encubiertos "En consecuencia, claramente tenemos un grupo de estados tiránicos que se están transformando en una especie de monarquías encubiertas", afirma este estudioso, quien está convencido de que la mayor presión por más democracia en toda la región viene básicamente de quienes quieren que el Islam se integre en forma sana en la política. Y estos son, dice, justo los que están sufriendo con más rigor la opresión. Los aliados han dicho que quieren instalar un régimen democrático en Irak y algunas teorías postulan que Washington usaría ese país para expandir ideas seculares y liberales en toda la región. Habrá que ver si eso logra o no producir cambios. Posible motor de cambio Si se logra consolidar una real democracia en Irak, cosa que se presenta como un desafío de proporciones, podría ser un motor de cambios para la región. Y en caso de que sea verdad hará mucho más sensible para esos países y sus aliados occidentales apoyar unos regímenes muy poco representativos, dice Maha Azzam, del Royal Institute of International Affairs. Pero varios
expertos ponen el acento en que, antes que una verdadera democracia, de
lo que se está hablando en los círculos de la Casa Blanca
es de una ocupación que se podría extender por años,
para sentar las bases que permitan la democracia. Si es así, asegura
Richard Williams Bulliet, especialista de la Universidad de Columbia,
no se logrará el objetivo. |
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