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Especiales - Irak - EE.UU
 
   

Después de las bombas, la ayuda


Por Elisabetta Piqué
Enviada especial


UMM QASR, Irak.- "¡Con nuestra sangre y nuestra alma nos sacrificaremos por ti, Saddam!" Los jóvenes de Safwan, poblado iraquí a 20 kilómetros de aquí, reciben así los tres primeros camiones de ayuda humanitaria. Danzando a los saltos, con los brazos en alto y cantando loas a su líder, Saddam Hussein.
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El espectáculo es dantesco. Perfecto para las cadenas de televisión de todo el mundo que han seguido el cargamento con miles de cajas con agua, jugos de fruta, bizcochos y quesitos. "Donación del pueblo de Kuwait al pueblo de Irak", dicen los containers de la Media Luna Roja, que son tomados por asalto por la población ante los ojos de, por lo menos, 300 periodistas. Se trata de un viaje organizado por el Ministerio de Información kuwaití para mostrar al mundo los esfuerzos que hace el país para ayudar a los hermanos iraquíes. No importa que el gobierno del emir haya dicho claramente que no quiere ni un eventual refugiado iraquí en su territorio.
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"Larga vida a Saddam", corean los muchachos de Safwan, mientras los camiones son estacionados en un descampado a menos de 50 metros de la frontera, al lado de un galpón destruido en la guerra de 1991, y los periodistas que desde hace semanas se alojan en los lujososos hoteles de Kuwait City se amontonan para ver de cerca la cara de la desesperación, del hambre.
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Los jóvenes que vivan a Saddam tienen el rostro descubierto. Saltan y cantan y miran desafiantes a los marines norteamericanos y británicos que siguen la primera "operación simpatía" de esta guerra. Los marines tienen las metralletas listas para disparar. Es que podría haber un hombre-bomba en medio de esta multitud de descalzos y harapientos que reciben quesitos suizos, bizcochos "made in Dubai", y jugos de naranja en polvo californianos, después de las bombas.
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Son muy pocos, en cambio, y tienen el rostro cubierto por la tradicional kefiah a cuadros, los que confiesan que están contentos de la llegada de la coalición aliada. "Prefieren no decir la verdad porque temen que la inteligencia local del partido Baath los reconozca y los denuncie", explica uno de ellos, que está tan aterrado que ni siquiera quiere decir su nombre. "Si nos ven diciendo que apoyamos a los norteamericanos, kaput", dice, pasándose la mano debajo del mentón, como si le fueran a cortar el cuello.
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Descontrol
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Cuando se abren las puertas traseras de los tres camiones, la escena es de cancha de fútbol a la hora de la violencia. Enardecida ante la vista de las cajas blancas con la media luna roja apiladas en el interior de los camiones, la gente pierde los estribos. Gritando, exaltada, con los brazos levantados, se abalanza a tomar por mano propia la mercadería.
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" Water, water ( agua ) ", empiezan a gritar chiquitos descalzos, tras desgarrar las cajas, al tomar a grandes sorbos las botellas de agua recién donadas. Impotentes ante tanta euforia, los funcionarios de la Media Luna Roja kuwaití, vestidos en pulcros mamelucos blancos, se rinden al descontrol. Dejan de tirar las cajas a la muchedumbre, y que la gente se arregle sola. Decenas de iraquíes saltan directamente a los camiones, donde empiezan las peleas, los empujones y los insultos. Una escena fantástica para los fotógrafos, que también se suben a los contenedores para hacer mejores tomas.
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"¿Le parece bueno que se ayude así a la gente?", le preguntamos a un oficial de los Ranger Airborne que asiste con su M16 listo para intervenir en el descontrol, a este cuadro de lo más deprimente. "¿Conoce otra forma mejor?", contesta.
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Un mensaje
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Veintidós kilómetros más adelante, en Umm Qsar, el único puerto iraquí que las fuerzas aliadas dicen tener bajo control -" safe and open "-, aunque a la noche las luces de bengala iluminan el cielo y se oyen disparos, la situación es distinta. "Díganles a Bush y a Blair que acá no tenemos nada, que necesitamos agua, comida, cigarrillos, un mercado, electricidad", dice Salah. "Tengo tres bebes, y desde que estalló la guerra no puedo siquiera asearlos. Antes, por lo menos, nos llegaban los tanques de agua de la ONU", agrega.
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"Ayer llegó un primer cargamento de ayuda humanitaria, pero no alcanza", se queja este hombre que trabaja en Jordania, pero que volvió para estar junto a su familia durante la noches de bombardeos, y que tiene un hermano que vive en Detroit, Estados Unidos, y que está entre los que aseguran que "¡Bush y Blair OK!".
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La llegada de ayuda humanitaria es una etapa importante de esta guerra. Los comandantes de la coalición esperan que sirva para generar algo de simpatía hacia un ejército que, al momento, no es muy bien visto.
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Hoy se espera la llegada del primer barco con ayuda humanitaria a este poblado parecido a una villa miseria, donde los chicos juegan al fútbol al lado de los tanques británicos. A una semana del comienzo de la operación Libertad Iraquí, los ingleses aseguran que controlan este poblado, que no es más que un basural de casas bajas, calles de tierra, sin energía eléctrica.
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Antes de llegar hasta aquí desde Safwan, los controles son férreos: las "ratas del desierto" (los soldados de elite británicos) piden a todo el mundo apagar el motor del auto, y revisan centímetro por centímetro su interior.
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Al ingresar en el poblado, decenas de marines yacen el suelo, cuerpo a tierra, con sus armas apuntadas, en posición de ataque. Al lado de uno de los varios retratos de Saddam hecho con azulejos, en el puerto viejo los efectivos de la coalición siguen en máxima alerta ante un eventual ataque químico y tienen puestas sus máscaras antigás.
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La situación es " fairly safe " (bastante segura), afirma el mayor Jeff Molton, al mando del Comando aliado que puso su base en un viejo hotel de la ciudad, donde se alojan varios periodistas " embedded ", es decir, que han sido admitidos por el Pentágono. ¿Podemos alojarnos con ustedes? Sorry, pero es imposible, nos dice a los periodistas acreditados como "unilateral", que terminamos acampados fuera del perímetro del viejo hotel.
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Aunque Umm Qsar es "safe and open", por la noche decenas de luces de bengala iluminan el cielo y se oyen fuertes explosiones. Preferimos creer que debe ser en Basora.

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