Soldados
que apenas conocen un arma
Por Elisabetta
Piqué
Enviada especial
UMM QASR, Irak.- Tienen dieciocho, diecinueve, veinte, veintiún
años. La mayoría nunca combatió. Conocen la guerra
por lo que vieron en películas como "Rescatando al soldado
Ryan".
.
Muchos de los chicos de esta guerra son chicos en serio. Se nota en los
check-points, cuando con cara asustada te apuntan con armas más
grandes que ellos, o cuando en un momento de pausa los ves dormir, tirados
a la sombra de sus vehículos, abrazando el fusil como si fuera
un osito de peluche. Según datos oficiales del comando central,
10 de los 46 soldados norteamericanos muertos hasta ahora en esta guerra
eran menores de 24 años.
.
Cuando, hace menos de un mes, nos cruzábamos con los chicos de
la guerra en los campamentos del desierto de Kuwait, donde esperaban,
bajo un sol implacable que "por fin" llegara la orden de George
W. Bush para entrar en acción, se los veía aburridos, pero
entusiasmados. "Estamos listos", repetían a coro.
.
Ahora, pasadas dos semanas del inicio de la Operación Libertad
Iraquí, el humor ha cambiado. Los chicos están nerviosos,
asustados, se dan cuenta de que los pronósticos hechos por sus
jefes fueron demasiado optimistas. Si antes los chicos eran amistososos,
hacían chistes, o charlaban con los periodistas para matar el tiempo,
ahora pocos quieren hablar.
.
Un teléfono satelital puede ser la excusa, como ocurre en un campamento
militar británico al oeste de Basora. Al ver mi satelital abierto
sobre el capó de la camioneta, se acercan dos uniformados que piden
por favor si pueden llamar a sus casas. No hablan desde hace mucho, y
sus familias están muy preocupadas, explican.
.
Se sacan el casco, y veo que uno de los uniformados es una chica rubia
muy joven, con el pelo atado cubierto por una red. Se llama Carley Williams,
tiene 18 años y es galesa. Trabaja como enfermera en el 5°
General Support Medical Regiment, y habla un inglés bastante difícil
de comprender. "La mayoría de los enfermos que estoy atendiendo
son iraquíes baleados", cuenta.
.
Por supuesto, como muchos de los soldados con cara de nene que se ven
en el sur de Irak, es la primera vez que está en guerra. Una guerra
que no ve la hora que termine. " The sooner, the better " (cuanto
antes, mejor), dice.
.
Carley, "única mujer de la familia", tiene tres hermanos
más chicos, que extraña horrores. También extraña
a sus padres, que están asustados, pero no tanto como ella, según
dice. "Estoy muerta de miedo. Nunca pensé que íbamos
a ser recibidos tan mal. Cuando pasamos con nuestros jeeps blindados,
los iraquíes nos tiran piedras y botellas molotov", relata.
.
A la espera del final
.
Carley ya está pensando en qué va a hacer cuando termine
esta guerra. "Voy a gastar toda mi plata haciendo shopping",
dice, con los ojos que están imaginando las compras. ¿Qué
cosas? "Ropa, vestidos, zapatos, algún viaje de vacaciones
con mis amigas, porque no tengo novio", detalla.
.
"Lo que pasa es que acá estoy ahorrando un montón.
No hay nada que comprar en Irak... Gasto sólo en los cigarrillos
que compro en la base".
.
¿Qué piensa de esta guerra? "No sé... Los iraquíes
tiraron gases contra su misma gente, y eso me parece que no está
bien."
.
El segundo uniformado que pide por favor si puede usar el teléfono
satelital es un chofer del mismo regimiento. Se llama Winston Riley, y
es un chico de color de 21 años, oriundo de Manchester. Cuando,
después de varios intentos porque las comunicaciones no son fáciles,
logra comunicarse, escucharlo pone la piel de gallina. " Daddy will
come home soon (Papá volverá pronto a casa)", repite
en el teléfono.
.
Es que como muchos otros chicos de la guerra, Winston está casado
y tiene un bebe de 16 meses, que se llama Kyle. "Estaba contentísimo
de hablar conmigo", dice Winston, que enseguida saca de uno de sus
bolsillos del uniforme la foto de un chiquito lindísimo, que sopla
la vela de su primer cumpleaños.
.
"Ese día le hicimos una gran fiesta, y le regalé una
camiseta del Manchester United, mi equipo de fútbol", cuenta,
mientras se le ilumina la cara.
.
Winston en un par de días levantará campamento. "El
regimiento avanza hacia Bagdad", dice, con poco entusiasmo. ¿Qué
piensa de esta guerra? "Tenía que pasar. Saddam Hussein no
podía seguir escondiendo armas de destrucción masiva."
.
Igual que Carley, Winston espera que la guerra termine rápido.
"Si Dios escucha mis oraciones, en dos o tres semanas se acaba",
contesta, con optimismo. ¿Qué le dirá a su hijo de
todo esto? "No sé, todavía no lo pensé. Es difícil
explicar una guerra".
.<< Comienzo de la notaUMM QASR, Irak.- Tienen dieciocho, diecinueve,
veinte, veintiún años. La mayoría nunca combatió.
Conocen la guerra por lo que vieron en películas como "Rescatando
al soldado Ryan".
.
Muchos de los chicos de esta guerra son chicos en serio. Se nota en los
check-points, cuando con cara asustada te apuntan con armas más
grandes que ellos, o cuando en un momento de pausa los ves dormir, tirados
a la sombra de sus vehículos, abrazando el fusil como si fuera
un osito de peluche. Según datos oficiales del comando central,
10 de los 46 soldados norteamericanos muertos hasta ahora en esta guerra
eran menores de 24 años.
.
Cuando, hace menos de un mes, nos cruzábamos con los chicos de
la guerra en los campamentos del desierto de Kuwait, donde esperaban,
bajo un sol implacable que "por fin" llegara la orden de George
W. Bush para entrar en acción, se los veía aburridos, pero
entusiasmados. "Estamos listos", repetían a coro.
.
Ahora, pasadas dos semanas del inicio de la Operación Libertad
Iraquí, el humor ha cambiado. Los chicos están nerviosos,
asustados, se dan cuenta de que los pronósticos hechos por sus
jefes fueron demasiado optimistas. Si antes los chicos eran amistososos,
hacían chistes, o charlaban con los periodistas para matar el tiempo,
ahora pocos quieren hablar.
.
Un teléfono satelital puede ser la excusa, como ocurre en un campamento
militar británico al oeste de Basora. Al ver mi satelital abierto
sobre el capó de la camioneta, se acercan dos uniformados que piden
por favor si pueden llamar a sus casas. No hablan desde hace mucho, y
sus familias están muy preocupadas, explican.
.
Se sacan el casco, y veo que uno de los uniformados es una chica rubia
muy joven, con el pelo atado cubierto por una red. Se llama Carley Williams,
tiene 18 años y es galesa. Trabaja como enfermera en el 5°
General Support Medical Regiment, y habla un inglés bastante difícil
de comprender. "La mayoría de los enfermos que estoy atendiendo
son iraquíes baleados", cuenta.
.
Por supuesto, como muchos de los soldados con cara de nene que se ven
en el sur de Irak, es la primera vez que está en guerra. Una guerra
que no ve la hora que termine. " The sooner, the better " (cuanto
antes, mejor), dice.
.
Carley, "única mujer de la familia", tiene tres hermanos
más chicos, que extraña horrores. También extraña
a sus padres, que están asustados, pero no tanto como ella, según
dice. "Estoy muerta de miedo. Nunca pensé que íbamos
a ser recibidos tan mal. Cuando pasamos con nuestros jeeps blindados,
los iraquíes nos tiran piedras y botellas molotov", relata.
.
A la espera del final
.
Carley ya está pensando en qué va a hacer cuando termine
esta guerra. "Voy a gastar toda mi plata haciendo shopping",
dice, con los ojos que están imaginando las compras. ¿Qué
cosas? "Ropa, vestidos, zapatos, algún viaje de vacaciones
con mis amigas, porque no tengo novio", detalla.
.
"Lo que pasa es que acá estoy ahorrando un montón.
No hay nada que comprar en Irak... Gasto sólo en los cigarrillos
que compro en la base".
.
¿Qué piensa de esta guerra? "No sé... Los iraquíes
tiraron gases contra su misma gente, y eso me parece que no está
bien."
.
El segundo uniformado que pide por favor si puede usar el teléfono
satelital es un chofer del mismo regimiento. Se llama Winston Riley, y
es un chico de color de 21 años, oriundo de Manchester. Cuando,
después de varios intentos porque las comunicaciones no son fáciles,
logra comunicarse, escucharlo pone la piel de gallina. " Daddy will
come home soon (Papá volverá pronto a casa)", repite
en el teléfono.
.
Es que como muchos otros chicos de la guerra, Winston está casado
y tiene un bebe de 16 meses, que se llama Kyle. "Estaba contentísimo
de hablar conmigo", dice Winston, que enseguida saca de uno de sus
bolsillos del uniforme la foto de un chiquito lindísimo, que sopla
la vela de su primer cumpleaños.
.
"Ese día le hicimos una gran fiesta, y le regalé una
camiseta del Manchester United, mi equipo de fútbol", cuenta,
mientras se le ilumina la cara.
.
Winston en un par de días levantará campamento. "El
regimiento avanza hacia Bagdad", dice, con poco entusiasmo. ¿Qué
piensa de esta guerra? "Tenía que pasar. Saddam Hussein no
podía seguir escondiendo armas de destrucción masiva."
.
Igual que Carley, Winston espera que la guerra termine rápido.
"Si Dios escucha mis oraciones, en dos o tres semanas se acaba",
contesta, con optimismo. ¿Qué le dirá a su hijo de
todo esto? "No sé, todavía no lo pensé. Es difícil
explicar una guerra".
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