El futuro de los capturados

El Pentágono ha negado que trasladará a los prisioneros iraquíes a Guantánamo. ¿Qué distingue a los fedayines de Sadam en Iraq, de los muyahidines del Mulá Omar en Afganistán?

Por Patricia Castro Obando
Enviada de El Comercio de Lima
GDA

Ammán. Contradiciendo a la geografía, Guantánamo es una isla, pero de ningún modo, paradisiaca. En la bahía controlada por el gobierno estadounidense se encuentran retenidos desde enero del 2001, más de 600 miembros sospechosos de pertenecer al Talibán o Al Qaeda, tras la Guerra en Afganistán.
Guantánamo es una isla para la condición de los detenidos que han sido considerados por Estados Unidos combatientes ilegales en vez de prisioneros de guerra. Sin juicio a la vista ni asistencia legal, no se han presentado cargos formales contra ellos, sus casos son rechazados por los tribunales estadounidenses, aunque son interrogados diariamente en el campo. Hace apenas unos días, 18 afganos fueron enviados de vuelta a casa porque eran inocentes.

Guantánamo es la pesadilla de cualquier prisionero de guerra que, de ninguna manera, acepta ser calificado como combatiente ilegal. Al primero lo ampara la Convención de Ginebra, al segundo lo protege su suerte. Según las informaciones del diario The Washington Post, los militares estadounidenses
estarían contemplando la posibilidad de enviar a Guantánamo a los 300 fedayines capturados en el Sur de Iraq. El Pentágono lo ha negado. Su portavoz Bárbara Burfeind declaró: "Es demasiado pronto en este conflicto para decidir el futuro de aquellos que están bajo el control de las fuerzas de la Coalición".

Explicó que los prisioneros son enviados a la retaguardia y en su momento serán juzgados por un tribunal. "Primero hay que verificar qué soldados o milicianos pueden ser condenados por crímenes de guerra. Una
vez realizada esta selección, algunos podrían ser trasladados fuera de Iraq", dijo.

¿Pero, qué diferencia a los muyahidines del Mulá Omar en Afganistán de los fedayines de Sadam Hussein en Iraq? Muchos de los considerados combatientes ilegales en Afganistán, fueron los extranjeros detenidos en medio del combate. Especialmente los árabes, sospechosos de acompañar a Osama bin
Laden y pertenecer a la cúpula del Al Qaeda. Sin embargo, a partir de las declaraciones de los 18 liberados de Guantánamo, se sabe que también fueron arrestados varios civiles afganos, incluso después de que el Talibán abandonó el gobierno en Afganistán.

Los fedayines de Sadam son más bien los milicianos iraquíes, vinculados con grupos paramilitares que atacan a las tropas enemigas, confundidos entre la población y vestidos de civil. Los sospechosos son mantenidos alejados de los otros prisioneros de guerra (soldados capturados en combate o que se
rinden), porque se cree que acosaron a los soldados regulares para obligarlos a combatir. El Pentágono ha explicado que serán tratados también como prisioneros de guerra pero sin la condición oficial hasta que se celebre una audiencia especial para determinar si son combatientes ilegales.

Arrestar a civiles solo por sospechar que pueden ser milicianos (peor aún, enviarlos a Guantánamo como en la guerra anterior) puede ser la gota que rebalsa el vaso. La Coalición ha dicho que "acabar con los paramilitares los librará de las emboscadas tendidas por los supuestos grupos de milicianos que simulan rendirse". Uno de los comandantes declaró de manera explosiva: "Son gente mala y estaríamos locos si los dejamos rondar por el campo de batalla. Si cogemos a unos pocos que son inocentes, pues lo siento, pero no podemos permitir que vayan por ahí disparando contra nosotros".