En
Basora, exigen a los aliados que pongan fin a la ocupación
Por Elisabetta
Piqué
Enviada especial
BASORA.- "Bush and Blair good because Saddam finished. But now Americans,
British, back home." Un día después de la caída
del régimen, en la segunda ciudad más importante de Irak,
hasta quien sabe pocas palabras de inglés logra transmitir su descontento
ante la presencia de los invasores.
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Hablando tipo Tarzán, Taha, un hombre de 35 años y 5 hijos
que ahora está desempleado porque todo se ha paralizado por la
guerra y el creciente vacío de poder, es muy claro: los iraquíes
están muy agradecidos por la liberación, pero las fuerzas
de la coalición ahora deben irse a sus casas, porque los iraquíes
se las pueden arreglar solos.
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En la bellísima costanera sobre el Shatt El Arab, el río
que se forma en esta ciudad del sur de Irak, en el delta formado por el
Tigris y el Eufrates, hay gente que se baña en aguas marrones malolientes.
Se explica por la falta de agua en toda la ciudad, y el calor sofocante.
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Un grupito de gente que está paseando al lado de estatuas de soldados
que señalan hacia Irán -recuerdo de la guerra que Irak peleó
con su vecino durante ocho años-, se acerca cuando ve a los periodistas
extranjeros.
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No ocultan que están furiosos. Quieren decirle al mundo qué
piensan. "¿Para qué vinieron los ingleses? ¿Para
destruir todo? Está bien la liberación, pero no de esta
forma. Ahora no tenemos agua, no tenemos hospitales, no tenemos electricidad,
y la ciudad está en el caos total. Los ingleses ayudan a los que
saquean. Necesitamos libertad, pero no esto", acusa un hombre que
no quiere decir su nombre.
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"Nosotros rechazamos que nos impongan un gobierno, queremos democracia",
agrega.
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Camino al sur, siempre sobre la costanera, se ve un inmenso arco, con
imponentes grabados, custodiado por marines británicos. Es la fastuosa
entrada al palacio que tenía Saddam en Basora, que contrasta increíblemente
con la miseria que surge a su alrededor. El palacio de Saddam, un sitio
en el que el dictador nunca durmió, sino que vino a visitar dos
veces, ahora es la sede del comando británico. Los soldados de
su majestad que controlan el ingreso, prohíben la entrada.
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Mientras sacamos una foto, un hombre le da un papel a nuestro intérprete;
escrito en árabe, dice que Alí Al-Majid, el famoso primo
de Saddam llamado Alí, el Químico, que había sido
encargado para dirigir la defensa del sur de Irak del ataque aliado, y
que en 1991 reprimió violentamente la revuelta chiita que hubo
aquí, en realidad está vivo.
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"No es cierto que está muerto: lo vieron cruzar hace unos
días el río", explica Ryhad, mi intérprete,
que enseguida le entrega ese papel-denuncia al soldado. Las fuerzas británicas
no hacen otra cosa que comunicarle a la gente que será muy bienvenido
cualquier tipo de información sobre fedayines, paramilitares, milicias
del Partido Baath, escondidos quién sabe adónde. Y algunos
responden.
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El famoso yate
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Dos kilómetros más allá, en el puerto militar de
Basora, siempre sobre el Shatt El Arab, navegan a la deriva los restos
del famoso yate de Saddam bombardeado por las fuerzas aliadas salvajemente.
Tenía casi cien metros, había viajado desde Finlandia hasta
aquí, y Saddam nunca lo había usado. "Tenía
todos los baños revestidos en oro", cuenta Ryhad.
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Cerca de allí, aún se ven vestigios de cruentos combates.
Docks destruidos, municiones, las boinas negras de los soldados de Saddam
tiradas en el piso, una máscara antigás abandonada y, más
allá, Alí Babás -ladrones- que siguen saqueando lo
que venga bien.
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Un grupito de gente con mangueras, por ejemplo, se está llevando
-de un gran tanque- bidones de nafta, que también se ha convertido
en algo inhallable. Ante la presencia de los periodistas, un hombre se
defiende: "¿Yo no soy un ladrón, pero tengo que subsistir
porque si no cargo el tanque de mi auto, quién le irá a
dar de comer a mis padres inválidos?"
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"Como los ingleses han generado el caos, y no nos dan protección,
en mi barrio nos organizamos, y los vecinos hacemos rondas de noche para
protegernos de los saqueadores", agrega.
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Como la mayoría de los habitantes de Basora, tampoco el señor
que carga nafta abusivamente, aprovechando del descontrol, está
contento. "Esta no es la forma de liberar a un pueblo", afirma,
pasando luego a acusar a los ingleses de estar intentando darle el gobierno
civil de la ciudad a la familia Al Sewa, muy cercana a Saddam.
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"Ellos son los que les dijeron a los ingleses que los dejaban entrar
en Basora sin disparar un tiro. Se trata del mismo gobierno con otra cara",
agrega, explicando que se trata de la misma mafia que gobernaba antes.
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Interrumpe un hombre vestido con túnica beige, que tiene los ojos
llenos de ira. "¿Usted es periodista? Bueno, entonces escriba
que si los ingleses y los norteamericanos no se van, los vamos a sacar
nosotros. La mayoría de los iraquíes piensa como yo",
afirma.
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"¿Ve a todos estos chicos?", dice, señalando a
niños descalzos que ayudan con los bidones. "Ellos serán
los que nos ayudarán a pelear para echar a los extranjeros de nuestra
tierra. Ellos no vinieron a ayudarnos, sino a robarnos nuestro petróleo",
acusa.
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Como todos los demás, este hombre no quiere decir cómo se
llama. Lo único que revela es que ha vivido en Europa y Estados
Unidos durante varios años, pero que quiso volver a vivir en su
tierra. "Osama ben Laden y Saddam Hussein son hombres de la CIA.
Matan a la gente, a los civiles, pero ellos sobreviven. ¿No le
parece extraño?"
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