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Segundo día de guerra en la frontera Irak - KuwaitPor
Elisabetta Piqué Puesto de policía de UM QASR (frontera Kuwait-Irak).- Fuertes explosiones, golpes de artillería, bombardeos violentos, casi interminentes, aviones de combate que zumban en el cielo estrellado, sin parar, helicópteros que rompen el silencio de una noche en la que aún se combate y en la que se ven incendios a lo lejos. Es casi medianoche en este puesto de frontera entre Kuwait e Irak, y aunque llegan noticias de que la bandera norteamericana ha sido izada en el puerto nuevo de Um Qasr, que queda a cinco kilómetros, y que cientos de soldados de Saddam se han rendido masivamente a las fuerzas angloamericanas en el sur de Irak, aquí no hay clima de victoria, sino que es guerra. Una
explosión detrás de la otra hace que tiemble el desierto,
y se ven fuegos que resplandecen en el horizonte. En medio de las bombas
que caen pesadamente a pocos kilómetros de aquí, el ruido
de los aviones, inquietante, da la sensación que estamos en un
aereopuerto, y el ruido de Las explosiones indican que hay resistencia del otro lado en este segundo día de guerra. Una resistencia que hay que aniquilar. Hay fieles de Saddam que aún se resisten a la invasión aliada. Siguen lanzando misiles, cohetes y artillería pesada contra el norte de Kuwait. Desde la madrugada, una capa verdegrisácea cubre el horizonte. Al sol le cuesta salir, y el aire huele claramente a petróleo: son los 33 pozos de Al Rumaya, cerca de Basora, que quemaron los soldados iraquíes en fuga. Aunque los incendios no son tan terribles como los del 91, cuando Saddam puso en llamas a 761 pozos, el día parecía de noche, y una cortina de humo negro asfixiaba un área inmensa, se trata de un problema más para las tropas de la coalición, que empiezan a tener su primeras bajas. Además de perder a dos marines que tuvieron un choque con una patrulla iraquí, mientras estaban en una misión destinada a apagar los incendios, también murieron 12 hombres en un accidente, según el Penetágono. Los 12 primeros muertos aliados de esta guerra -cuatro norteamericanos y ocho de las fuerzas especiales británicos-, estaban en un helicóptero de transporte Chinook que viajaba hacia el frente de Basora. El aparato se estrelló a tres kilómetros de este puesto de policía, a metros de la denominada "Coastal Road" que une Kuwait City con la frontera, en medio a una lengua de desierto que divide a los tanques británicos de la primera línea del frente hacia Um Qsar. Queda muy poco de la carcasa del Chinook desperdigada en la arena, vigilada por soldados británicos. En medio a hierros retorcidos sobre el desierto amarillo, algunos militares intentan descifrar qué es lo que realmente pasó, mientras un equipo de médicos forenses intenta recuperar algo de estos primeros "héroes" que volverán a casa en "body bags". Los forenses visten los mismos mamelucos blancos que utilizan en Israel para identificar los cuerpos después de los atentados. Los
británicos que controlan el lugar del primer desastre de esta guerra,
no quieren periodistas en la zona. "No camera, accident", se
limitan a decir, al igual que el Pentágono. Pero los restos del
Chinook son demasiado pequeños: como si hubiera estallado en pleno
vuelo, y se hubiera En
Um Qsar, el único puerto iraquí, con 10.000 habitantes,
y por donde llegaba la comida a los súbditos de Saddam, fruto del
programa "petróleo por alimentos", siguen los combates.
Aunque se habla de cientos de soldados que se han convertido en "prisoners
of war" y ahora lucen "Por favor, si mis trabajadores pakitaníes les preguntan cómo sigue la guerra, no les cuenten nada. Están muertos de miedo, y temo que se escapen". A
las once y media suena otra vez la sirena que advierte de un posible peligro
químico. Otra vez hay que ponerse las máscaras antigás.
La alarma dura menos de diez minutos, quizás un Patriot interceptó
un scud. A la medianoche los B-52 siguen martilleando con sus bombas la
zona de Um Qsar y Bassora. Va a ser difícil dormir. |
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