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Nueva doctrina internacionalTIENE 35 páginas el documento donde la presidencia de Estados Unidos anuncia cómo será el nuevo orden mundial. Allí se habla de la estrategia de seguridad nacional, tendiente a "mantener una superioridad militar global y derrotar al terrorismo, destruyendo su amenaza antes de que alcance las fronteras norteamericanas". En ese informe se sintetiza la doctrina que emanó de los atentados del 11 de setiembre y ha ido evolucionando desde entonces, hasta tomar esta forma. Dando la espalda al orden internacional que se había mantenido vigente desde que en el siglo XVII se firmó la Paz de Westfalia, un acuerdo que impedía a los países intervenir en los asuntos internos de otros, las flamantes directivas norteamericanas apuestan a lo contrario: en lugar de ese antecedente histórico, y aún en contra de la política de disuasión y contención practicada durante las décadas de Guerra Fría, ahora se impone una estrategia de prevención "lanzar ataques preventivos cuando sea necesario" según la cual "Estados Unidos actuará contra tales amenazas emergentes antes de que se formen en su totalidad". EL documento fue redactado cumpliendo con una ley de 1986, según la cual "los presidentes deben informar su estrategia de seguridad al Congreso". En sus páginas puede advertirse que Estados Unidos aplastará "las redes terroristas y castigará a los Estados que les ofrezcan refugio" aunque agrega que sólo actuará "cuando nuestros intereses y responsabilidades particulares lo requieran". Mientras tanto, el presidente norteamericano aclaró que su país "actuará por su cuenta contra Irak si no logra conseguir el respaldo de las Naciones Unidas", reflejando así los términos y el espíritu del documento, donde se presenta a Estados Unidos "como un país atrapado en una batalla con el interior del mundo musulmán", peligro sobre el cual ese texto se extiende señalando que "los extremistas secuestraron al islamismo". EN sus párrafos fundamentales, el informe sostiene que "Estados Unidos mantendrá el claro dominio militar que ha tenido desde el fin de la Guerra Fría. Nuestras fuerzas serán lo suficientemente fuertes como para disuadir a posibles adversarios de llevar a cabo concentraciones militares con la esperanza de sobrepasar o igualar el poderío norteamericano". El pasaje es una clara alusión a China, pero no excluye una mirada de reojo a Rusia, países a los que sin embargo hace referencia calificándolos de "amenazas disminuídas". En sus conclusiones, el documento descarta los tratados de no proliferación de armas nucleares, inclinándose en cambio "a favor de una doctrina de contra-proliferación", lo cual favorecerá un programa de defensa similar al escudo anti-misiles que impulsó Reagan en los años 80. OPINANDO sobre la eventualidad de una guerra en Irak, el titular del Fondo Monetario Internacional también analizó las posibilidades de ese conflicto, refiriéndose a las consecuencias que tendría en el plano económico: "la guerra podría ser buena siempre que sea breve" dijo el funcionario, aclarando que "si se prolonga, nadie está en condiciones de prever cuáles podrían ser sus efectos económicos de largo plazo". Por el momento, empero, se barajan otros detalles económicos: una guerra en Irak costaría alrededor de 200.000 millones de dólares, mientras Estados Unidos calcula invertir en defensa para el año 2003 unos 400.000 millones, cifra igual al gasto sumado de las 15 naciones que siguen a los norteamericanos en la lista del armamentismo mundial. Desde ahora, "La Estrategia de Seguridad Nacional" que los asesores de Bush han elevado en aquellas 35 páginas destinadas al Congreso, insiste entre otras cosas en que "las leyes internacionales puedan no aplicarse a Estados Unidos" ni a sus ciudadanos, lo cual implica un desconocimiento de la Corte Penal Internacional, sin ir más lejos. COMO dijo un columnista argentino reflexionando sobre dicha situación, los norteamericanos pueden negarse a cumplir leyes internacionales "porque sencillamente son los únicos que están en condiciones de definirlas a su voluntad". Esa voluntad podrá tener un costo multimillonario en meses próximos, si se desencadena la anunciada ofensiva contra Irak: lo que convendrá saber luego es si los resultados obtenidos de dicho ataque producirán beneficios comparables al cataclismo que provocará. Editorial
"El Pais". 9 de octubre de 2002 |
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