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Después de Saddam ¿qué?ACABA de reunirse esta semana en Londres, un numeroso grupo de personas que representan a la oposición iraquí a Saddam Hussein. Unas mil personas, entre quienes figuraban cientos de delegados, acudieron a la convocatoria realizada por un comité de seis grupos opositores, reconocidos por Estados Unidos, mientras arrecian los preparativos bélicos norteamericanos y británicos, para iniciar una de las guerras con más anuncios previos de los que se tenga memoria, de no conformar las investigaciones sobre la inspección de armamentos que en la actualidad se lleva a cabo. Esta situación
nos retrotrae inevitablemente, a la anterior guerra del Golfo y a la interrogante
nunca del todo explicada, de por qué Estados Unidos dejó
en su sitio al dictador, a pesar de la derrota militar que experimentó.
La respuesta más generalizada fue que su alejamiento del poder
hubiera dejado un vacío cuyas consecuencias podían llegar
a ser incontrolables. Todos profesan
la religión musulmana, pero eso no quiere decir que no haya profundas
diferencias. Unos son arios y los otros semitas. Los primeros son sunnitas
y los segundos mayoritariamente shiitas y el resto también sunnita.
En los últimos ochenta años nada ha cambiado y los kurdos
cada tanto protagonizan rebeliones en reclamo de la independencia que
se les reconoció por el tratado de Sèvres y que luego se
les negó, a través del de Laussane. SE trata de dos problemas permanentes, entre el nacionalismo kurdo y la dualidad religiosa de los árabes. Hecho que se potencia con el notorio despertar del islamismo militante y fanático, que se ha extendido por la región y que ha permeado hasta al territorio turco. En los últimos tiempos, se ha revigorizado en este país y ha ido sepultando el laicismo que fuera impuesto durante el gobierno de Kemal Ataturk, como lo demuestra el triunfo en las últimas elecciones de un partido fuertemente religioso. A su vez, los kurdos también se encuentran en gran número bajo el dominio de Irán y de Turquía y las represiones contra ellos han sido igualmente sangrientas o aún peores. En ese complejo mapa social, étnico y religioso no es fácil encontrar un sustituto para Saddam, ni creer en el establecimiento de un Irak libre y democrático, como se ha afirmado en el encuentro londinense. Hay sin embargo, varios nombres en pugna, para convertirse en sucesor del gobernante iraquí, pero quien ocupe este lugar debe tener las suficientes condiciones como para armonizar y aglutinar a las diferentes facciones, a la vez de ser capaz de ejercer el poder en una debida forma. ENTRE ellos se destaca un general llamado Najib Al Salhi, de 49 años, uno de los oficiales más jóvenes del ejército iraquí, quien en 1995, aparentemente harto de la corrupción, la violencia y las arbitrariedades, huyó del país y se exilió en Estados Unidos. Dejó Irak, días después del levantamiento que hubo en el norte contra Saddam. Se le considera como el líder militar más conocido y con mejores apoyos internacionales. También ha tenido la habilidad de mantenerse alejado de las luchas internas del exilio, (hay dos millones de iraquíes fuera). Hoy constituye una alternativa castrense a la tiranía actual, dado que seguramente es demasiado pronto para pensar en una salida democrática al estilo occidental, si bien no se puede descartar el peligro de sustituir un autoritarismo por otro. Según
Al Salhib, en los últimos años, más de 400 oficiales
y jefes han abandonado el país, ante la perspectiva de ser asesinados,
por lo que considera imprescindible, contar con el apoyo de los países
democráticos y a raíz del accionar de Bush, el proceso opositor
se ha dinamizado. Editorial "El Pais". 21 de diciembre. |
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