|
|||||||||||||||||||||||
|
||||
Una guerra que decidirá el futuro del petróleo iraquíPor
Jacques Charmelot Una ofensiva encabezada por Washington se produciría en momentos en que el acceso a las fuentes de energía para las naciones desarrolladas y las economías en crecimiento está en el centro de las preocupaciónes del equipo del presidente norteamericano George W. Bush. En el alba del siglo nuevo siglo, el sector de la energía mundial está en crisis, había advertido a principios de 2001 un prestigioso grupo de reflexión en un documento fundador denominado Los desafíos para el siglo XXI. El mundo está peligrosamente cerca de una utilización del conjunto de sus capacidades de producción petrolera, constataba este estudio, realizado bajo la responsabilidad del ex secretario de Estado norteamericano republicano James Baker. Las previsiones a largo plazo ya no son tranquilizadoras. La Agencia Internacional para la Energía espera casi una duplicación del consumo del petróleo en el mundo antes de 2025, y una dependencia cada vez más importante del crudo de los países árabes. Ni el descubrimiento de yacimientos petrolíferos en el Mar Caspio, ni el aumento de las capacidades rusas, ni las perforaciones en el Golfo de Guinea permiten pensar en una alternativa al oro negro del Golfo Pérsico más allá del próximo cuarto de siglo. Para
un mundo necesitado de energía, Irak es considerado como un elemento
esencial de la solución. Los recursos petroleros de Irak son particularmente atractivos en la medida en que el crudo iraquí es uno de los más baratos del mundo en concepto de explotación. Estos recursos son aún más preciosos para la economía norteamericana porque el productor sobre el cual Washington se apoya para regular el mercado mundial desde 1973, Arabia Saudita, se convirtió en una fuente de preocupación tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Pero como lo constataba en diciembre de 2002 otro informe del Instituto Baker sobre la época de la posguerra en Irak: Tras dos grandes conflictos y más de diez años de sanciones, la industria petrolera iraquí necesita desesperadamente reparación e inversiones. Las exportaciones iraquíes, controladas en el marco del régimen de sanciones, y el contrabando pueden alcanzar un nivel de 2,3 a 2,5 millones de barrilles diarios (mbd). La capacidad de producción es inferior a 3 mbd y el objetivo iraquí de 3,5 mbd es un quimera. Explotado
desde 1927, el yacimiento de Kirkuk corre el riesgo de ver como su producción
cae rápidamente a raíz de la falta de mantenimiento necesaria
y de la aplicación de nuevas tecnologías. Lo mismo ocurre
con los pozos del yacimiento de Rumeilá, segundo gran centro de
producción de Irak, en la Sólo 15 de los 73 yacimiento petrolíferos en Irak son explotados y el país cuenta con 2.000 pozos que pueden funcionar contra un millón en Texas, Estados Unidos. En tanto, el yacimiento gigante de Majnun, 50 km al norte de Bassorá, cerca de la frontera con Irak está lejos de proporcionar el millón de barriles diarios que podría brindar si se realizaran las colosales inversiones que se requieren. No hay dudas de que existe en Irak un gran potencial de desarrollo, pero eso requiere inversiones masivas, explicaba el segundo informe Baker. Según una evaluación del Deutche Bank, los contratos de desarrollo ya estudiados por compañías rusas, francesas, chinas o indias se elevan a 38.000 millones de dólares. El informe Baker estima en 5.000 millones de dólares el costo de las reparaciones, otros 5.000 millones para volver al nivel de producción de antes de 1990, y 3.000 millones anuales en conceptos de gastos de explotación. Pero nada puede hacerse sin que se levanten las sanciones implementadas desde 1990 y sin el acuerdo de Estados Unidos, cuya estrategia siempre ha sido no pensar en esa hipótesis mientras el régimen de Saddam Hussein continúe en el poder. Si
Washington alcanza su objetivo de eliminar al presidente iraquí,
en el poder desde 1979, y que había soñado con utilizar
la riqueza de su país para convertirlo en una potencia militar
regional, el campo quedará libre para un formidable negocio consistente
en volver al nivel anterior y desarrollar el Las empresas norteamericanas estarían en una buena posición para hacerlo pero, en enero de 2003, el secretario de Estado Colin Powell había prometido que esta riqueza no sería desviada en provecho de Estados Unidos sino conservada para el beneficio del pueblo iraquí. |
||||
|