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Balance de la guerra para Gran BretañaLa guerra en Irak termina con un balance contradictorio para el primer ministro británico Tony Blair: un éxito militar y un eje Londres-Washington más fuerte que nunca, pero también una "vieja Europa" para reconstruir y unos laboristas divididos a nivel interno. Londres envió 45.000 militares al Golfo -casi una cuarta parte de los efectivos de sus fuerzas armadas - y las pérdidas son modestas: 30 muertos hasta el 14 de abril. Las fuerzas armadas británicas, las más poderosas de Europa, mostraron en este conflicto una eficacia y un profesionalismo alabados por los especialistas. No se registraron "disparos amigos" ni civiles muertos por soldados presas del pánico como ocurrió con los estadounidenses. El sur de Irak fue conquistado con paciencia, tras combates violentos pero con sangre fría, lo cual demuestra, se jactan los medios ingleses, que la enseñanza de Sandhurst, la academia militar británica, es mejor que la de West Point, su equivalente estadounidense. La relación privilegiada con Washington sale reforzada de esta guerra. Y el laborista Blair está más cerca del republicano George W. Bush que cualquier otro primer ministro británico antes que él, salvo la muy conservadora Margaret Thatcher. Los críticos dirán que el Reino Unido es el "perro faldero" de Estados Unidos y corre otra vez el riesgo de ser percibido en Europa como el 51 estado de este país. Sin embargo, tanto París como Berlín desean reconciliarse con Washington y en este sentido Londres tiene una importante carta que jugar como intemediario. De todos modos, Europa, vieja o nueva, es una "víctima colateral" de esta guerra. Pese a las sonrisas, las relaciones entre Londres, París y Berlín están maltrechas. En una entrevista reciente con la AFP, el ministro británico para Europa, Denis MacShane, se sorprendió de que se pudiera desear una política exterior común. "¿Por qué debería Europa hablar siempre con una sola voz?", preguntó. Estas declaraciones refuerzan los temores de quienes en París, Berlín o Bruselas temen que Londres se satisfaga con una Europa reducida a una vasta zona económica de libre comercio. Los diez países que ingresarán en la UE en 2004 dan a veces la impresión de compartir este punto de vista. Internamente, el idilio entre Blair y su opinión pública terminó. Gracias al reflejo nacionalista, ésta apoyó más o menos la guerra, pero en las calles de Londres y otras ciudades importantes resuenan aún las manifestaciones pacifistas de las últimas semanas. Las relaciones entre Blair y los laboristas de la vieja escuela son malos, y las heridas abiertas por este conflicto están lejos de cicatrizar. Como recordaba el lunes 14 el diario The Guardian, Blair sólo logró contener la revuelta laborista mediante una "salvaje campaña contra (el presidente francés Jacques) Chirac", durante la cual se acusó a Francia de haber hecho esta guerra inevitable. Según la prensa, cientos de militantes laboristas rompieron su carnet del partido y las elecciones locales del 1 de mayo pueden ser dolorosas para un partido Laborista cada vez menos a la izquierda. Algunos analistas, sin embargo, estiman que la hora de la verdad para Blair llegará después del verano si la situación económica continúa degradándose. AFP |
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