Latinoamerica
se sorprende por posición de UE sobre subsidios agrícolas
Por MARTINO
RIGACCI
ANSA
El proteccionismo
agrícola de los países ricos es un tema sobre el cual, en
el fondo, Estados Unidos y la Unión Europea tienen posiciones que
son mucho más cercanas de lo que parece, como quedó confirmado
en la cumbre de Johannesburg sobre el desarrollo sostenible. Muchos ambientalistas
y expertos de América Latina resultaron sorprendidos por el giro
que la Unión Europea estaría dando en estas horas hacia
las posiciones norteamericanas, precisamente sobre el punto de no ceder
un centímetro frente a los reclamos de los países sudamericanos
o de otras regiones en el tema de los subsidios.
El recorte
de los subsidios en el mundo industrializado es fundamental para que el
sur del mundo pueda conquistar nuevos mercados. La UE ha lanzado en las
últimas semanas una reforma de su Política Agrícola
Común (PAC), que incluye precisamente una lenta y gradual reconversión
de las ayudas hacia sus productores agrícolas, proyecto que de
todos modos está en el aire y que afronta el firme rechazo de Francia
y el escepticismo de otras naciones, como por ejemplo España e
Italia. Francia es precisamente el país más beneficiado
por los fondos agrícolas europeos (el 22% del total), seguida por
España (casi
15%) y Alemania (14%), mientras que las naciones menos subsididadas son
Suecia, Finlandia y Portugal (en ningún caso más del 2%).
Hoy en día
la UE destina cada año nada menos que unos 40.000 millones de dólares
a sus productores agrícolas -casi 15 millones de personas cifra
que a su vez representa el 40% del balance presupuestario. Si de Europa
se pasa a los Estados Unidos, la Casa Blanca aprobó este año
una nueva ley que aumenta sus subsidos por unos 70.000 millones de dólares
a lo largo de los próximos 10 años. El apoyo que los países
ricos (Europa, Estados Unidos y Japón) destina a sus agricultores
suma cada año 360.000 millones de dólares, frente a los
60.000 millones destinados para las ayudas y la cooperación que
esos mismos países industrializados conceden a las naciones en
desarrollo.
De una u
otra manera la lección que puede desprenderse de estos primeros
tres días de negociaciones en Johannesburgo, de acuerdo a analistas,
es que los países industrializados están a favor del libre
comercio sólo cuando se
habla de las economías de las otras naciones.
Cuando en
cambio el tema en debate es la economía interna, no faltan en cambio
los subsidios que, además, en muchos casos se suman a elevadas
barreras arancelarias para los productos que vienen de países terceros.
Hay otro factor que -como quedó claro precisamente en la cumbre
de la ONU- está trabando una mayor apertura de los mercados ricos:
tanto Estados Unidos como Europa se encuentran en una coyuntura económica
muy delicada, con tasas de crecimiento mediocres que, además, apuntan
hacia la baja. Frente a este panorama, por cierto es muy difícil
abrir los mercados internos, cosa que -teóricamente- debería
ser más facil de hacer en las épocas de vacas gordas.
Si de los
datos y las reflexiones se pasa a los ejemplos, en Johannesburgo algunos
expertos hicieron cuentas y dedujeron una paradoja que lo dice todo: hoy
día una vaca europea recibe cada año más subsidios
de los que en cambio puede obtener un campesino del tercer mundo.
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