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DE CONTRAGOLPE por Jorge Savia
Como dice Kesman: ¡groseeeros!
El Sao Paulo salió de la manga, sus jugadores corrieron unos pocos metros, se dieron vuelta, volvieron sobre sus pasos recorriendo un breve trayecto y se alinearon para levantar sus brazos y saludar al bullanguero puñado de "torcedores" que estaban en la América. Después, se fueron a calentar, ignorando al resto de la concurrencia.
Una grosería. Se ve que ni sus padres, tíos o abuelos les contaron que una vez hubo un cuadro brasileño -el Santos de Pelé- que recorría el mundo entero con un espectáculo futbolístico que daba aunque perdiera y que empezaba cuando sus 11 jugadores, la mayoría negros y vestidos de blanco de pies a cabeza, saludaban al público, parados en línea, inclinándose al frente y moviendo uno de sus brazos con un gesto que parecía una reverencia.
Tal falta de respeto hubiese merecido ser castigada con un derrota, que los brasileños también merecieron -fundamentalmente a lo largo de todo el primer tiempo- y no recogieron por una grosería tan o más grande que la de ellos.
Es que Defensor, al que le servía el empate, salió a buscar el resultado con una propuesta noble si se quiere, por más que uno se afilie a otra línea; a la que aconseja que "partido que no podés ganarlo, no lo pierdas", y a la que no le avergüenza "cortar" el fútbol rival como lo cortaron los norteños. Es decir, elaboró bien, pero definió mal. Un montón de veces. Y esa grosería futbolística, a efectos del resultado, es peor que la que cometió el equipo de Rogerio Ceni.
Ovación digital
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