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EL ANÁLISIS por Jorge Savia
El tonto proletariado de los pelados
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JORGE SAVIA
Tal vez desde los 70 para adelante, y hasta hace alrededor de unos 15 años, con la irrupción de la TV en el fútbol, que llevó a que los protagonistas comenzaran a tomar contacto con nuevos mecanismos -empíricos, prácticos- para mejorar su cotización a través de la optimización de la imagen, los jugadores empezaron a usar una muñequera, una tobillera, o a usar melena o dejarse la barba, con tal de distinguirse entre sus pares.
Sin embargo, de fines de los 90 para acá, entró a tallar la moda de los pelados "artificiales", lo que surte el efecto contrario.
Allá por el 99, haciendo una nota conjunta con Casanova, Piliphauskas y Giacomazzi, uno les hacía notar: "Muchachos, desde la tribuna, son todos iguales; si alguien recomienda a uno de ustedes y lo viene a ver un empresario, por ahí se lleva al equivocado".
Era un ejemplo exagerado, claro; pero tampoco tanto: el sábado pasado, enseguida que Cristian Núñez metió el tercer gol de Nacional, la voz del estadio, que jamás se equivoca, dijo por los altoparlates: "¡Gol de Palau!"; y de inmediato tuvo que salir a rectificarse. Le había errado de pelado.
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