El hincha de Peñarol está impaciente. Se malacostumbró tras una campaña excepcional, difícil de repetir. Obtener 43 puntos de 45 es extraordinario. Peñarol jugó muy bien del medio hacia delante y tuvo una eficacia poco común que disimuló errores defensivos.
Para concretar esa campaña fue fundamental la confianza. Por un lado los triunfos conseguidos y por el otro los puntos que dejó Nacional. En los torneos anteriores Peñarol miró de abajo a su rival, lo que generaba ansiedad, impaciencia y falta de confianza. En el Clausura se ganaron sobre el final partidos que antes se perdían. Nacional sufrió el proceso inverso. Además anduvieron mal Danubio y Defensor Sporting.
Más allá de haber mantenido a ocho de once titulares, Peñarol siente el cambio. Por mejor que haya jugado, Sosa no es Orteman, no tiene su orden ni los pases de 40 metros que hacía para explotar la velocidad de volantes y Martinuccio. Ramírez no encontró sustituto. Cuando Martinuccio jugó ahí se sintió menos la ausencia pero faltó él arriba. Estoyanoff tiene menos velocidad y técnica que Urretaviscaya. Además faltó Pacheco por lesión y es enorme su gravitación. Si Solari jugara por Ramírez, habrá más experiencia y talento pero menos velocidad y explosión.