Indonesia afrontaba a duras penas hoy las devastadoras consecuencias de dos catástrofes naturales, un tsunami y la erupción de su volcán más activo, que causaron más de 170 muertos y cientos de desaparecidos.
El presidente Susilo Bambang Yudhoyono acortó su visita a Vietnam, donde debía participar en la cumbre de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), para supervisar las operaciones de socorro, cuya organización es muy compleja en las islas del océano Índico golpeadas el lunes por un sismo de magnitud 7,7 seguido de un tsunami.
Olas de tres metros que, según un testigo, formaron "un muro de agua con espuma blanquecina", devastaron completamente aldeas costeras del archipiélago de las Mentawai, frente a las costas occidentales de la isla de Sumatra.
"Hay al menos 154 muertos y 400 desaparecidos", anunció el miércoles a media jornada Harmensyah, responsable de las operaciones de socorro de la provincia de Sumatra Occidental.
Borinte, un campesino de 32 años, está desolado por no haber podido salvar a su esposa y sus tres hijos. "Cuando vimos llegar la ola, intentamos correr pero era más rápida que nosotros y nos engulló". Sólo él logró sobrenadar agarrándose a una tabla.
El tsunami asestó un golpe duro al turismo balbuceante de las Mentawai, unas islas de vegetación exuberante cuyas olas conquistaron a los surfistas. Pero no hay turistas extranjeros entre los muertos.
Los expertos habían advertido del alto riesgo de un sismo en este archipiélago situado en una zona de subducción entre las placas tectónicas indoaustraliana y eurasiática.
Los desgarramientos de esta falla ya fueron los causantes del tsunami catastrófico del 26 de diciembre de 2004, que se saldó con más de 220.000 víctimas mortales en el océano índico.
A unos 2.000 kilómetros al este, en el centro de la isla de Java, la alerta se mantenía elevada en las inmediaciones del volcán Merapi, "la montaña de fuego" que entró en erupción diez veces el martes.
Las nubes de ceniza y los nubarrones de gases que se elevan a 1,5 km de alto mataron "a por lo menos 29 personas", según Banu Hermawan, portavoz del hospital Sardjito de Yogyakarta, la gran ciudad situada a 25 km del cráter.
Entre las víctimas figura el hombre que personificaba el volcán, Mbah Marijan, "el guardián espiritual" del Merapi, considerado una montaña sagrada por los javaneses.
La actividad del Merapi había "bajado considerablemente" a media jornada, señaló Surono, encargado de la vigilancia de los volcanes de Indonesia. "Pero la amenaza perdura. Harán falta varios días antes de poder pronunciarse", agregó.
Más de 29.000 personas se refugiaron en diferentes centros de acogida y se han cerrado algunos accesos a los faldones del volcán, constató un periodista de la AFP.
En total, más de un millón de personas viven bajo la amenaza de una explosión de la fuente de lava del Merapi, las nubes de vapor y los ríos de lodo.
Los indonesios aprendieron a vivir con este peligro ya que su archipiélago es la principal zona volcánica del mundo, con unos 130 volcanes activos.
Esperado en noviembre en Yakarta, el presidente estadounidense Barack Obama, "profundamente entristecido" por la pérdida de vidas, propuso "la ayuda de Estados Unidos".
Australia también ofreció "asistencia" al gobierno indonesio.
AFP