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De contragolpe
De Medellín a Andes y Colonia
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JORGE SAVIA
Al cabo de 25 hermosos años, de trabajo, de confraternidad universal, de bonhomía y sensibilidad de los protagonistas, y para El País de satisfacción y orgullo, la encuesta tiene, entre muchas vivencias acumuladas, verdaderas "historias locas".
Es lo que a uno le vino a la mente en la madrugada del martes, viendo a José Mastandrea acompañar a Tabárez, llevándole el enorme, pesado y valioso trofeo que recibió el mejor técnico de América, mientras caminaban hacia el estacionamiento de Andes y Colonia donde el entrenador había dejado el auto, en medio de la oscuridad de una zona donde a plena luz del día no son pocas las veces que desde lo alto de la Torre Ejecutiva es posible ver a la policía corriendo a potenciales, consumados o frustrados rapiñeros o arrebatadores.
Ahí surgió a la memoria aquella visita en 2008 a Medellín, con Adhemar Vallés, para entregarle el mismo premio que recibió Tabárez ahora, al postrado Luis Fernando Montoya: la policía local dispuso una amable pero pegajosa custodia de cuatro efectivos - dos en un auto y otros tantos en una moto- durante las 24 horas de cada día que duró la estadía, de la que no fue posible zafar ni cuando los visitantes dijeron que deseaban salir a tomar una copa solos.
Una "historia loca", sin dudas: los guardias de Medellín hubieran venido mejor la otra noche.
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