El cisne negro y el cisne blanco

En la Bombonera ofrecieron una de Hollywood. Pasiones devastadoras en la tribuna, en la cancha, en el banco de suplentes. Argumento conocido, pero siempre eficaz ese del director técnico enfrentado con la estrella. El cisne negro era Falcioni, el cisne blanco Riquelme.

Los compañeros de Riquelme diciéndose que si ante la mirada del cisne blanco se mataban por el éxito, este tomaría nota porque era como no quererlo. El cisne negro preguntándose cómo era posible que los elegidos no advirtieran la chance de ser "ellos", una vez en la vida los protagonistas. Y del otro lado All Boys, digno como el cine independiente, juntándole la cabeza a las emociones.

La gente estaba dispuesta a aplaudir al corajudo cisne negro si las cosas le salían bien. Pero se sabía que lo comerían crudo si fallaba. Impasible como cuando juega, a Riquelme solo le faltaban un habano y una hamaca en el palco. Viejo ganador de pleitos, escuchó su nombre con la naturalidad del que espera una premiación sabida de antemano, y se fue dejando atrás un partido que nadie recordaría jamás salvo por el frenesí de la discordia.

¿Y vos qué decís?

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