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DESDE EL ARCO por José Mastandrea
Paciencia. Palabra difícil en esto del fútbol. Paciencia para mantener un proyecto, para esperar que se den los resultados, para que se vea el trabajo en las formativas, para que los números "cierren", para que el club empiece a funcionar.
Paciencia. Algo que no tienen los hinchas cuando las cosas no salen, cuando los triunfos no llegan, o cuando ven que el club no levanta.
Paciencia tienen que tener los dirigentes que creen en su tarea, aquellos que están convencidos de su apuesta y le ponen el pecho a las balas cuando viene la malaria.
Bien puede ser el caso de Wanderers o de Liverpool, dos clubes que tienen proyectos diferentes y apuestas distintas, pero que transitan por un camino en común, el de apostar a las formativas y a entrenadores "nacidos en casa".
Y claro, los resultados no se están dando, pero este es el momento para que surja esa palabra tan poco querida en el fútbol uruguayo: paciencia.
Ni Carreño ni Demarco tienen una varita mágica para transformar derrotas en triunfos, pero saben lo que quieren. Y eso vale.
Ovación digital
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