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DE CONTRAGOLPE por Jorge Savia
No deliren más de que acá es como en Argentina y la violencia en el fútbol es hija del vínculo truculento de las barras con los dirigentes y hasta el poder político.
El problema es de toda la sociedad y al fútbol, por sí solo, le es difícil impedirlo; lo que pasó entre ¡Defensor y Wanderers! sirve de testigo.
¿O alguien piensa que un Eduardo Arsuaga, un Fernando Sobral, un Dante Prato, un Walter Devoto, un Guillermo Raggio, un Raúl Aguerrebere, todos caballeros, cobijaron y alientan a ese tipo de hinchas, en el caso de los bohemios, para que quieran agredir a sus propios futbolistas?
El País Deportivo
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