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CLAUDIO FANTINI
El veredicto no disipará la nube de sospechas que opacan la imagen de Carlos Menem. La Justicia absolvió al ex- presidente argentino en la causa por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia en 1995. Pero la duda persistirá por varias razones. Por caso, la implícita y turbia alianza por la que el actual senador riojano ha usado su banca a favor de los designios kirchneristas, a pesar de haber sido tantas veces denostado por la actual mandataria y por el extinto Néstor Kirchner. Sucede que el gobierno argentino necesita a Menem en el Senado, no en la cárcel ni inhibido de ocupar su escaño. De tal modo, no sería descabellado que la Casa Rosada haya usado su influencia a favor del político al que más ha estigmatizado como paradigma de "la lacra neoliberal". En muchas ocasiones pareció evidente que en Argentina hay jueces que actúan a pedido de la cúpula gubernamental.
La otra razón por la que la absolución no disipará las sospechas, es la tendencia que tuvo el gobierno menemista a cumplir los pedidos que le hacía la Casa Blanca. Posiblemente aquella sobreactuación de alineamiento se explicaba en que, durante la campaña electoral de Menem, la DEA lo habría considerado sospechoso de incubar un plan para favorecer el lavado de narco-dólares. El hecho es que el gobierno de George Herbert Walker Bush, molesto porque el embargo de armas dispuesto por la ONU en los Balcanes favorecía a los serbios que, con armas que recibían de Belgrado, provocaban masacres en Bosnia y Croacia, bien pudo haber pedido a Menem el favor de colaborar clandestinamente con la resistencia del croata Franjo Tudjman a la guerra expansionista que le imponía el serbio Slobodan Milosevic.
Si los subalternos que hicieron la triangulación estaban seguros de que contaban con una venia secreta de Washington, lo cual equivalía a una poderosa protección, es posible que se hayan sentido lo suficientemente resguardados como para agregar otro negocio sucio: mandar secretamente armas a Ecuador, en plena guerra de la Cordillera del Cóndor. Esa venta fue más grave, porque implicó para los argentinos traicionar a Perú a pesar de una estrecha amistad y del apoyo recibido desde Lima en el conflicto de Malvinas. También porque al choque bélico en la naciente del río Cenepa lo inició Ecuador, cuando el entonces presidente Durán Ballén envió su ejército a tomar posiciones en Tiwinza. Pero lo más grave es que Argentina era parte del sistema regional que mediaba en las disputas limítrofes entre Quito y Lima.
La suma da como resultado que Menem había cometido, por lo menos, un delito de "lesa ineptitud".
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