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Desde el touch por Ceibal Regules
Sería oportuno que todos los clubes volvieran a las verdaderas fuentes de este deporte. Los jugadores ocupando el lugar principal, representados por sus respectivos capitanes y estos cumpliendo su histórica obligación de ser los conductores de cada grupo, adentro y afuera de la cancha.
Experiencias anteriores demuestran que crecen los equipos que guardan este orden, en tanto que otros se engañan con promesas incumplidas por quienes dicen representarlos.
El mayor error que puede cometer un entrenador -lo recuerda así Adolfo Etchegaray, ex capitán argentino- es intentar eclipsar la figura del capitán. Se sabe que una vez que el equipo entra a la cancha la función del entrenador termina.
Se debería terminar con los entrenadores gritando desde el costado de la cancha, pues no hacen más que descubrir su fracaso en la elección del capitán.
A no engañarse, el capitán debe ser un líder, inteligente, indiscutido, ganador, estratega, con la sensibilidad de captar los problemas del grupo.
Los grandes capitanes pasan luego a ser los reales conductores de sus clubes y selecciones.
El País Deportivo
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